Maturín, conocida como la Sultana del Guarapiche, ha tenido diversas identificaciones a lo largo de su historia, siendo esta la más representativa en honor al río que la atraviesa. Este reconocimiento de Maturín no solo resalta su conexión con el río Guarapiche, sino que también establece una identidad cultural y geográfica que la distingue dentro de la región.
La ciudad que cumple 264 años, se enmarca en un contexto donde el río juega un papel fundamental en la vida de sus habitantes.
En 1964, durante la presidencia del Concejo Municipal de Miguel Hernández Ustrera, se impulsó un programa de formación laboral que llevó a un grupo de trabajadores a Barquisimeto. Entre ellos se encontraba Edicto Reyes Lara, un joven asidor de pesa que participó activamente en estos cursos. Al regresar a Maturín, Reyes Lara compartió lo aprendido y repitió con entusiasmo el eslogan que había escuchado en Barquisimeto: “Maturín es una ciudad distinta”. Esta frase resonó tanto que fue adoptada oficialmente por la Cámara Municipal, quien le otorgó a Reyes Lara un reconocimiento simbólico por su contribución a la promoción de la identidad local.
El eslogan “Maturín, una ciudad distinta” ha tenido un impacto duradero desde su creación hace 59 años, y que en este 2024 cumplió 60 años, continúa siendo un símbolo de orgullo para los maturineses. La iniciativa de Hernández Ustrera no solo buscaba destacar las particularidades de Maturín, sino también fomentar un sentido de pertenencia entre sus ciudadanos. Esta evolución en la percepción pública refleja cómo los eslóganes pueden influir en la identidad colectiva y el desarrollo social de una comunidad a lo largo del tiempo.
Historia
Edgar Rondón, cronista de Maturín, describe su historia desde 1653, cuando misioneros jesuitas bautizaron a un líder indígena llamado Maturín. Este nombre se perpetuó en la región, y en 1717, un descendiente del indio Maturín lideró una resistencia contra los colonizadores españoles junto a otros caciques indígenas en la zona entre los ríos Guarapiche y Amana. Este enfrentamiento fue crucial para la defensa de la soberanía indígena, aunque culminó con la muerte del indio Maturín, quien se convirtió en un símbolo de resistencia en la historia local.
A lo largo del tiempo, el nombre de Maturín fue adquiriendo importancia política. En 1822, aparece por primera vez en la estructura territorial de Venezuela cuando se menciona el cantón de Maturín en la Constitución de Cúcuta, firmada por Francisco de Paula Santander en ausencia de Simón Bolívar. Este evento marcó el inicio de un proceso histórico que consolidaría a Maturín como una entidad reconocida dentro del contexto nacional.
El siglo XX trajo consigo cambios significativos para Maturín y su estado. A inicios de este siglo, bajo el mandato de Juan Vicente Gómez, se implementó una nueva ley política que dio lugar a la creación del estado Monagas, en honor a José Tadeo Monagas, un líder del proceso independentista. Desde el 5 de agosto de 1910, Maturín comenzó a desarrollarse como una ciudad autónoma dentro del nuevo marco político territorial. Durante este periodo, el poeta Ildefonso Núñez Márez compuso el himno del estado Monagas, donde mencionaba a Maturín como símbolo de belleza y prosperidad.
El desarrollo urbano también fue notable durante estos años. Se construyeron infraestructuras importantes como la Gran Avenida de Maturín, conocida hoy como Avenida de las Palmeras, que marcó el inicio del avance urbano en la ciudad. En las décadas siguientes, se realizaron más obras significativas como la Avenida Bolívar y espacios culturales que enriquecieron la vida social y deportiva de Maturín. A partir de los años 80, bajo el gobierno de Palomero Robles, se fomentó aún más el desarrollo cultural y deportivo con la creación de casas de cultura y el polideportivo en preparación para los Juegos Nacionales Juveniles.
Así, Maturín ha evolucionado desde sus raíces indígenas hasta convertirse en una ciudad moderna y vibrante dentro del estado Monagas, conservando su rica historia y patrimonio cultural.
Fundación
Maturín fue fundado el 7 de diciembre de 1760 por Fray Lucas de Zaragoza, quien elaboró un acta constitutiva que formalizó la creación de la comunidad cristiana bajo el nombre de San Judas Tadeo y San Simón de Maturín. Es importante destacar que esta no fue la primera fundación, ya que hubo intentos anteriores en 1722 y 1742. La fundación no significa que la población surgió de la nada; ya existía una comunidad compuesta por poblaciones Chayma, Caribes y otros indígenas. La labor de fray Lucas fue dar a conocer oficialmente esta comunidad, que ya tenía más de dos siglos de desarrollo.
Crecimiento arquitectónico
Desde el siglo XIX, específicamente en 1850, Maturín comenzó a experimentar un importante crecimiento arquitectónico impulsado por una economía floreciente. La llegada de agricultores y hacendados adinerados llevó a la creación de lo que hoy conocemos como la Avenida de Las Palmeras, un área que se convirtió en el “barrio de los ricos”. Durante este tiempo, la ciudad también comenzó a celebrar eventos culturales como los carnavales, que se realizaban en este barrio.
Con la llegada del siglo XX y el primer gobernador constitucional, Emilio Fernández, en 1910, Maturín continuó su desarrollo. Las calles comenzaron a ser pavimentadas, lo que facilitó el crecimiento urbano. En 1932 se construyó la Plaza Ayacucho, un monumento conmemorativo de la Batalla de Ayacucho, relacionada con la independencia de Venezuela. Este evento marcó un hito importante en la historia local.
A medida que avanzaron las décadas, especialmente en los años 30 y 40, Maturín vivió una época dorada con la construcción de infraestructuras significativas como la Avenida Bolívar y la Catedral. La ciudad continuó expandiéndose y modernizándose durante los años 50.
En 1968, bajo la gobernación de Luis Alfaro Ucero, se construyó la Avenida El Juncal, que honra una victoria histórica del general Manuel Piarro. Esta avenida refleja no solo el desarrollo arquitectónico sino también un cambio en la percepción cultural y social de los habitantes.
Desarrollo urbano y económico
El crecimiento de la ciudad de Guarapiche está intrínsecamente ligado a la explotación petrolera en la región. Desde el inicio de esta actividad, hubo un notable aumento en la migración hacia el centro de Maturín, atrayendo a poblaciones de diversas comunidades. Este fenómeno migratorio impulsó el desarrollo urbano, con la expansión de asentamientos como La Murallita y La Muralla, que comenzaron a dar forma a la infraestructura de la ciudad.
A partir de los años 80, las grandes construcciones comenzaron a transformarse en un sello distintivo de Guarapiche. La llegada de nuevos habitantes, especialmente de municipios cercanos y otros estados como Sucre y la ciudad de Margarita, contribuyó al crecimiento urbano. Entre estas construcciones destaca la Casa de la Cultura, que se re-inaugurará en 2024, y el Estadio Monumental, que se ha convertido en un importante centro deportivo con capacidad para acoger eventos nacionales e internacionales.
La Zona Industrial también jugó un papel clave en este desarrollo. El Parque Industrial La Coquiza se estableció en 1965 y marcó el inicio del crecimiento industrial en Maturín. A lo largo de las décadas, esta área se expandió con la instalación de diversas empresas que impulsaron aún más el desarrollo económico y urbano, especialmente durante los años 80.
El crecimiento urbanístico no se limitó a las industrias; también surgieron nuevos desarrollos residenciales. En la parte oeste de Maturín, se construyeron urbanismos como Villa Altamira y Juana la Avanzadora. Hacia el este, Juanico comenzó a atraer a una población adinerada, mientras que Tipuro, al norte, vio el surgimiento de grandes urbanismos para sectores con mayores recursos.
Evolución y olvido de lugares icónicos de Maturín
La historia del cine en Maturín comenzó en 1912 con la llegada de una imprenta y el primer cine, conocido como “El Poderoso”, ubicado entre la avenida El Juncal y Bicentenario. Este cine utilizaba un pequeño proyector traído de Alemania y ofrecía a los espectadores la oportunidad de disfrutar de películas llevando sus propias sillas. En 1936, se inauguró el cine Rialto, un hito cultural que proyectó su primera película, “La Princesa de Sardes”. Este cine se convirtió en un lugar emblemático donde se presentaban películas vaqueras y series los domingos.
El Rialto también ofrecía un espacio especial llamado “Big” en 1959, donde los espectadores podían pagar un poco más por una mejor experiencia. Con el tiempo, el cine Rialto fue declarado patrimonio histórico y cultural del municipio por el alcalde José Maicavares. Su propiedad pasó a manos del municipio tras el abandono por parte de los hermanos Murillo, quienes lo habían administrado.
A lo largo de los años, otros cines surgieron en Maturín, como el cine Monterrey, el cine Maturín y el Autocinema Monagas, que permitía a las personas ver películas desde sus autos. El Cineatla introdujo tecnología innovadora para la proyección de películas en tercera dimensión.
Sin embargo, con el paso del tiempo y especialmente desde los años 80 y 90, la llegada de centros comerciales comenzó a desplazar a los cines tradicionales. El primer cine en un centro comercial fue Cines Unidos Venezuela en Monagas Plaza, marcando un cambio significativo en las preferencias de entretenimiento en Maturín.
A pesar de su relevancia histórica y cultural, muchos de estos cines icónicos ya no existen debido a este cambio en la infraestructura urbana y las tendencias de consumo. La evolución del cine en Maturín refleja tanto su rica historia como los cambios sociales que han influido en la vida cultural de la ciudad.
Maturín no solo celebra su historia, sino que también mira hacia el futuro con un enfoque en el crecimiento sostenible y la diversificación de sus actividades económicas. Además, el impulso al deporte ha fomentado un sentido de comunidad y orgullo entre sus habitantes.
Redacción: Ninoska Cova
Fotos: Osmel Rodríguez