
En tiempos donde cada vez más millennials y Gen Z optan por tener mascotas en lugar de hijos, la idea de que los animales son parte de la familia se instaló con fuerza. De hecho, una encuesta del Pew Research Center revela que el 97 % de quienes tienen mascotas las consideran miembros del hogar, y el 51 % asegura que ocupan el mismo lugar emocional que una persona.
El vínculo humano-animal no para de crecer. Según Forbes Advisor, en EE. UU. el porcentaje de hogares con mascotas subió del 56 % en 1988 al 66 % en 2024, lo que refleja una evolución constante. Ya no se trata solo de tener un perro o un gato: los animales están integrados a la dinámica familiar.
Este fenómeno se repite en América Latina y Europa, donde también se observa un aumento sostenido de hogares con mascotas. La humanización de los animales ya es parte de la cultura global.
La adopción de un animal tiene un fuerte componente emocional: el vínculo con ellos reduce el estrés, combate la soledad y da sentido al día a día. No importan razas ni edades: perros, gatos o incluso pájaros, se ganan un lugar privilegiado en días buenos… y también en los malos.
Esa conexión se expresa en rutinas de cuidado, juegos, paseos y hasta licencias laborales en caso de enfermedad o fallecimiento del animal. Cada vez más empresas reconocen este lazo y lo incluyen en sus políticas de bienestar.
Millennials y Gen Z encabezan esta transformación. No dudan en invertir en servicios de calidad, alimentos premium o seguros para sus mascotas. El resultado: una industria de USD 152.000 millones solo en Estados Unidos en 2024, con una proyección en alza. A escala global, el mercado ya se acerca a los USD 200.000 millones.
Crecen también los espacios especializados: guarderías para gatos, hoteles de lujo para perros y apps que monitorean su salud, reflejo de cómo evoluciona la cultura del cuidado.
Vía Radiofónica