
La salud mental en América Latina y el Caribe ha dejado de ser un susurro incómodo para convertirse en un grito urgente. Así lo revela el más reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), titulado “Fuertes por fuera, luchando por dentro”, que expone una realidad alarmante: los niveles de ansiedad y depresión en la región superan los promedios mundiales.
Las cifras estremecen al determinar que 1 de cada 4 personas en América Latina y el Caribe experimentará un trastorno de salud mental a lo largo de su vida.
En el año 2021, 7,3 % de la población de la región tenía un trastorno de ansiedad, en comparación con 6.4 % en los países de la Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, naciones industrializadas) y 4,7 % a nivel mundial.
Hace dos décadas, América Latina y el Caribe y los países de la Ocde presentaban una prevalencia similar (alrededor de 5,5 %), pero la brecha ha ido aumentando.
La depresión también ha crecido, pasando de 3,5 % en el año 2000 a 4,4 % en 2021, aunque todavía está ligeramente por debajo del nivel de la Ocde (5,1 %).

Una brecha de género preocupante
Las mujeres enfrentan la ansiedad y la depresión 1,8 veces más que los hombres.
Factores como la violencia de género, las cargas de cuidado y las normas sociales rígidas agravan esta vulnerabilidad.
Por otro lado, los hombres, aunque menos diagnosticados, presentan tasas de suicidio más altas, lo que sugiere que muchos atraviesan sus crisis en silencio, atrapados por el estigma de la masculinidad tradicional.

La era digital y sus sombras
La rápida adopción de smartphones y redes sociales ha intensificado el problema, especialmente entre jóvenes:
El uso excesivo de pantallas afecta el sueño y aumenta la vulnerabilidad a trastornos del estado de ánimo.
La constante conectividad desdibuja los límites entre trabajo y descanso, y abre la puerta al ciberacoso y la comparación social.

Acceso limitado, atención insuficiente
La región enfrenta una grave escasez de servicios de salud mental:
Solo hay 3,4 psiquiatras por cada 100.000 personas, frente a más de 18 en países de la OCDE.
Las comunidades rurales y marginadas sufren aún más por la falta de especialistas y medicamentos.
Además, menos del 3% de los presupuestos nacionales de salud se destinan a salud mental.
¿Qué sigue?
El PNUD propone integrar la atención psicológica en los servicios primarios, aumentar la inversión pública y aprovechar herramientas digitales como terapias en línea y redes de apoyo virtuales.
Este informe no solo revela cifras, sino que pone sobre la mesa una verdad ineludible: el bienestar emocional de millones está en juego. América Latina y el Caribe ya no pueden mirar hacia otro lado. La salud mental es, hoy más que nunca, una prioridad pública.
Vía El Regional del Zulia