
Un estudio publicado en la revista Cell Host & Microbe plantea que la composición del microbioma intestinal femenino podría incidir en el riesgo de parto prematuro. La investigación, desarrollada por científicos de la Universidad Huazhong de Ciencia y Tecnología y la Universidad de Westlake, en China, identificó una relación entre la presencia de la bacteria Clostridium innocuum y una mayor probabilidad de nacimiento antes de la semana 37 de gestación.
La bacteria, común en el intestino humano, produce una enzima capaz de degradar el estradiol, hormona clave para mantener el embarazo. Según los datos analizados, las mujeres con niveles elevados de C. innocuum presentaban mayor riesgo de parto anticipado, lo que sugiere que el equilibrio hormonal puede verse alterado por factores microbianos.
Los investigadores examinaron muestras de heces y sangre de más de cinco mil mujeres embarazadas, distribuidas en dos cohortes clínicas. El análisis permitió identificar 11 grupos microbianos vinculados al parto prematuro, siendo C. innocuum el más asociado. Además, se evaluaron variables genéticas y metabólicas para establecer correlaciones entre el microbioma y el desarrollo gestacional.
El estradiol regula funciones esenciales durante el embarazo, como el mantenimiento del útero y el inicio del trabajo de parto. Su degradación por acción bacteriana podría interferir en estos procesos, generando condiciones que favorecen nacimientos prematuros. Los autores del estudio proponen que este mecanismo podría ser relevante en la prevención de complicaciones obstétricas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el parto prematuro es la principal causa de mortalidad infantil en menores de cinco años. En el año 2019, cerca de 900 mil muertes se atribuyeron a esta condición, muchas de ellas prevenibles. Los bebés nacidos antes de las 32 semanas enfrentan mayores riesgos de discapacidad, problemas respiratorios y dificultades en el desarrollo.
Aunque los hallazgos ofrecen nuevas perspectivas, los investigadores advierten que los resultados se basan en poblaciones chinas, donde las tasas de nacimientos prematuros son relativamente bajas. Por ello, recomiendan ampliar los estudios a grupos étnica y geográficamente diversos para validar la hipótesis en contextos globales.
El microbioma intestinal puede variar significativamente según la dieta, el entorno y la genética. Esta variabilidad plantea desafíos para establecer patrones universales, pero también abre posibilidades para intervenciones personalizadas que reduzcan riesgos durante el embarazo.
Los autores destacan que el control del ecosistema intestinal podría convertirse en una herramienta preventiva para mujeres embarazadas o en etapa preconcepcional. Si se confirma la relación entre C. innocuum y el parto prematuro, el microbioma podría incorporarse como indicador clínico en el seguimiento obstétrico.
Vía VTV