Los maturineses enfrentan una nueva y profunda distorsión en el sector comercial. Pese a los intentos del Banco Central de Venezuela (BCV) por estabilizar el mercado cambiario, una persistente brecha no oficial ha surgido, impactando directamente el poder adquisitivo de quienes dependen de su salario en bolívares.
El «dólar diferencial» y la devaluación diaria del Bolívar
A pesar de la eliminación del dólar no oficial o «paralelo», la realidad económica de Maturín y de toda Venezuela sigue marcada por una profunda brecha entre la cotización del BCV y una tasa de mercado negro que surgió inmediatamente después que el Gobierno eliminó la página del Monitor Dólar. Esta divergencia es la raíz de la devaluación diaria del bolívar y la especulación.
La tasa no oficial es impulsada por valores de referencia internacionales en plataformas como Binance o USDT y promediada por páginas de monitoreo. Esto ha generado una brecha cambiaria significativa: es decir, si el BCV sitúa el dólar en Bs. 219 (cifra de ejemplo), el mercado negro lo cotiza alrededor de Bs. 320, una diferencia cercana a Bs. 100. Esta distorsión implica que, en términos comerciales, un dólar BCV puede percibirse en la práctica como «1.50 paralelo», un diferencial de casi el 50 %.
Dado que la mayoría de los rubros comercializados son importados y no hay suficiente liquidez de divisas para abastecer a los comerciantes en el mercado nacional, estos han adoptado la tasa no oficial como medida de subsistencia, ajustando sus costos de reposición.
Esta práctica es la que está provocando directamente la merma del poder adquisitivo de los maturineses: los comercios cotizan sus productos en dólares, pero aplican un diferencial de precios drástico al momento de cobrar, penalizando a los consumidores con un costo significativamente más alto si utilizan bolívares a la tasa oficial del BCV.





Descontrol en el diferencial de precios
Esta práctica de especulación cambiaria se extiende más allá de los supermercados. Edilia González, maturinés, describió la situación como una injusticia al intentar comprar ropa.
«Todos cobramos en bolívares. ¿Cómo es posible que si yo voy a comprar un pantalón me digan que cuesta 5 dólares y si voy a pagarlo en bolívares me dicen que vale 10 dólares? No es justo para nadie. El dinero que cobramos un día al siguiente ya se devalúa, estamos desesperados», señaló, exigiendo supervisión.
Los maturineses manifiestan gran preocupación, señalando que, tras la reducción de la brecha entre las tasas cambiarias oficiales, la economía local está descontrolada.
Impacto en la canasta básica y la Navidad
La especulación cambiaria y la inflación sostenida están causando estragos en el acceso a bienes esenciales, afectando la estabilidad familiar y las tradiciones.
«Ahorita la inflación está generando un caos en la cesta básica de los maturineses, ya que se nos está haciendo muy difícil comprar algunas proteínas, especialmente la carne y los huevos. Las autoridades no tienen un control y no veo que hagan algo para ayudar al pueblo», expresó con frustración Misael Narváez.






El sentimiento de rabia y tristeza se hace evidente en los mercados de Maturín, donde los ciudadanos aseguran que lo poco que cobran es insuficiente para cubrir la canasta básica. A pocos meses de la temporada decembrina, la preocupación se centra en las tradiciones.
«Me siento muy triste y preocupada por la situación económica. Ya nos hemos preguntado entre mis familiares si este año habrá hallacas en la mesa, y la verdad lo estamos viendo forzoso. Comprar para hacer ese plato que lleva muchos ingredientes que hoy se ven costosos… Las cosas van subiendo todos los días, ni siquiera cada mes, sino a diario», lamentó Noemí Méndez.
Los ciudadanos resaltan que, en años anteriores, la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) y otras autoridades de supervisión ya tenían un plan de fiscalización en los comercios para estas fechas. Ahora, finalizando el mes de octubre, la ausencia de control es notoria, lo que permite a los establecimientos, en especial los asiáticos, aprovechar la situación para subir los precios diariamente.
«Pido a la Sundde que supervise,» concluyó Edilia González, un clamor que resume la exigencia colectiva de los maturineses por transparencia, regulación y el fin de la especulación.
Fotos/Juan Goitía