El consumo de agua de coco se ha vuelto cada vez más popular como sustituto natural de los refrescos y bebidas con alto contenido de azúcar. Antes era solamente una opción para las vacaciones, pero hoy se consigue en casi cualquier parte del mundo.
Su sabor suave y refrescante, junto con su bajo aporte calórico, la convierten en una opción ideal para quienes buscan cuidar su salud o reponerse después del ejercicio.
A diferencia de la leche de coco, que se elabora mezclando la pulpa con agua, el agua de coco es el líquido transparente que se encuentra dentro del coco joven. Tiene pocas calorías, no contiene grasa y aporta electrolitos esenciales como potasio, sodio y magnesio, fundamentales para mantener el equilibrio hídrico del organismo, especialmente tras realizar actividad física o en casos de deshidratación.

Una taza (unos 250 mililitros) aporta alrededor de 45 calorías, carece de colesterol y contiene unos 470 miligramos de potasio, una cantidad superior a la que ofrece un plátano mediano. También brinda pequeñas dosis de calcio, magnesio y fósforo, minerales que colaboran en distintas funciones del cuerpo.
Entre sus principales beneficios se destacan la rehidratación natural después del ejercicio o la exposición al calor, el apoyo a la salud cardiovascular gracias al potasio, la mejora del tránsito intestinal por su contenido de magnesio y la contribución a una piel más hidratada. Su bajo nivel de azúcar la hace una alternativa más saludable frente a los refrescos industriales.
Equilibrio de electrolitos
En situaciones de pérdida de líquidos —como diarrea, vómitos o tras la ingesta de alcohol— puede ayudar a restablecer el equilibrio de electrolitos. Además, por su bajo contenido calórico, puede ser una aliada en el control del peso.
No obstante, los especialistas advierten que su consumo debe ser moderado. Su alto contenido en potasio puede representar un riesgo para personas con enfermedades renales, ya que un exceso de este mineral podría alterar el ritmo cardíaco. También se recomienda precaución en quienes padecen diabetes o presión baja, por sus carbohidratos naturales y su posible interacción con medicamentos antihipertensivos.
Consumida en exceso, el agua de coco puede tener efectos diuréticos o laxantes, generando molestias digestivas o aumento en la frecuencia urinaria. Por eso, los expertos coinciden en que puede integrarse perfectamente en una dieta equilibrada, siempre que no sustituya al agua potable como principal fuente de hidratación.
Vía El País UY