Pocos saben que la vitamina D, conocida también como colecalciferol, en realidad es más acertado definirla como hormona o prohormona, según defendió Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
La vitamina D, se produce principalmente cuando la piel se expone a la luz solar y, posteriormente, se originan cambios en su estructura gracias al trabajo del hígado y el riñón. además una hormona que “empieza a bajar a partir de los 35 años”, asegura la doctora Sara Marín.
La especialista en microbiota explica que “la vitamina D es en realidad una hormona que funciona como una tarjeta magnética, muy moderna y ecofriendly, y se activa con el sol. Y cuando se activa, abre cuatro puertas: la del hueso, la del músculo, estado de ánimo y el sistema inmune e intestino».

Por otro lado, afirman que estimula los huesos, el páncreas, el sistema cardiovascular, el sistema inmune. Además, juega un papel primordial en la absorción del calcio, el mantenimiento de la homeostasis ósea y muscular.
Las funciones de la vitamina D
La doctora Marín señaló las múltiples funciones de esta hormona:
- Protege tus huesos de la osteoporosis: sin vitamina D, el calcio no entra al hueso”, dice la médica.
- Mejora la fuerza muscular, porque también “ayuda a que el calcio entre al músculo y este es necesario para la contracción muscular”, explica.
- Mejora el estado de ánimo: múltiples estudios han mostrado que, a niveles más bajos de vitamina D, mayores niveles de ansiedad y depresión.
- Regula el intestino y la inmunidad: la vitamina D “fortalece la barrera intestinal y disminuye la inflamación silenciosa”, dice Marín. Eso sí, la doctora indica que “necesita magnesio para funcionar bien.

En cuanto a su suplementación, la exposición al sol y la dieta suelen ser fuentes suficientes de vitamina D. La primera ofrece aproximadamente el 80% de la cantidad necesaria con tan solo entre diez y quince minutos diarios y la segunda, el 20% restante, que se adquiere de productos como el bacalao, salmón, sardinas, caballa, atún, champiñones y yema de huevo.
Sin embargo, la especialista advierte: “la radiación que activa la vitamina D llega mucho menos a nuestra piel en invierno. Si estamos dentro, que es como la mayoría trabajamos hoy en día, el cristal la filtra todo y no nos llega nada. Y el tiempo que necesitarías estar al sol para tenerla a los niveles óptimos no es seguro para la piel». Si se pierde esta fuente de vitamina D, la dieta puede no ser suficiente, pues “solo aporta de un 10 a un 20%” de lo necesario.
No obstante, se tiene que tener cuidado. el consumo excesivo de vitamina D puede provocar hipervitaminosis D, una intoxicación que suele producirse por el abuso de suplementos. Al tratarse de una vitamina liposoluble, el organismo la almacena, lo que puede dar lugar a niveles peligrosamente elevados de calcio en sangre (hipercalcemia). Los síntomas más frecuentes de esta condición incluyen náuseas, vómitos, debilidad muscular y dolor de cabeza. En los casos más graves, pueden aparecer daños renales, pérdida de masa ósea y alteraciones cardíacas.
Vía Ámbito