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Por qué el cerebro necesita descansar para alcanzar su máximo poder creativo

Un vídeo de Youtube al que alude Milstein en su libro muestra una conversación entre dos de sus músicos favoritos, Billy Joel y Don Henley

Mientras estás viendo un vídeo de Youtube en tu ordenador, intentando concentrarte en lo que cuenta, aparecen diversos mensajes emergentes que te invitan a ver otros contenidos. Al mismo tiempo, tu móvil no deja de emitir notificaciones de whatsApp y la televisión suena de fondo. Con todos esos dispositivos reclamando tu atención, es casi un milagro que seas capaz de retener alguna información relevante.

Evidentemente, nuestro cerebro es capaz de hacer todo eso y mucho más, pero esa no es la forma óptima de conseguir que alcance su máximo rendimiento, tanto a corto como a largo plazo. El neurocientífico Marc Milstein hace referencia en su libro Un cerebro joven para toda la vida (Pinolia, 2025) a los estudios que revelan que las microdistracciones pueden tener un impacto significativo en el rendimiento cerebral. “Nuestros teléfonos suenan, vibran y proporcionan información inesperada… igual que una máquina tragaperras, manteniéndonos enganchados a la espera de la siguiente dosis de dopamina”, expone. “Las máquinas tragaperras nos roban nuestro dinero y nuestros dispositivos pueden robarnos nuestra concentración y nuestro valioso tiempo”.

La buena noticia, según este biólogo molecular, es que “no tienes por qué dejarte controlar por tus dispositivos”. El primer paso es apartar por un tiempo el móvil, la tableta o cualquier otro aparato distractor. “Ahora que has eliminado una distracción clave, es hora de llevar tu cerebro al gimnasio y ejercitar tu músculo de concentración, tu corteza prefrontal”. A partir de ahí, existen múltiples formas de mejorar la concentración y aumentar el rendimiento cerebral.

Cómo aumentar la concentración

Para fomentar la concentración, un buen sistema es el método Pomodoro, que se basa en centrarse en una tarea de forma exclusiva -sin consultar el móvil, ni el correo, ni prestar atención a nada- durante un periodo inicial de 20 minutos, que posteriormente se podrá ir ampliando. También se puede empezar por un lapso de tiempo más reducido si es necesario. Pero lo más importante es hacer un descanso de 5 minutos entre tramo y tramo de trabajo (o de estudio, o de lo que tengamos entre manos). “Tu cerebro necesita un poco de distracción para volver a concentrarse; puede ser algo tan simple como levantarse y caminar por la habitación o hacer un estiramiento rápido”, apunta Milstein.

Cómo mejorar el aprendizaje y la memoria

El neurocientífico asevera que adquirir nuevos conocimientos no solo constituye una actividad perfecta para sacar el máximo partido al cerebro, sino que también lo protege frente al desarrollo de enfermedades. “Aprender información nueva desempeña un papel importante en la eliminación de los residuos cerebrales mediante un ‘lavado a presión’ que utiliza uno de los limpiadores cerebrales más eficaces del cuerpo: la norepinefrina”, indica. Se trata de una hormona y neurotransmisor “que regula la frecuencia cardiaca, la atención, la memoria y la cognición”. Se encarga de descomponer los residuos del cerebro para que puedan ser eliminados durante el sueño. “Esto mantiene el cerebro joven, sano y capaz de establecer nuevas conexiones”.

Pero para que el aprendizaje sea realmente significativo no basta con tragar datos o hacer actividades de forma automática. El cerebro necesita estimulación, es decir, “que la nueva información sea un reto”. Sería algo así como sacarlo de su zona de confort con frecuencia. “Acepta esa sensación de frustración cuando domines algo nuevo y fuera de tu campo de especialización”, propone Milstein. Los retos pueden ser múltiples y complementarios: “Estudiar un idioma ejercita partes del cerebro diferentes a las que ejercitan los deportes o la música”.

Para retener todo lo que aprendemos (o una buena parte), la práctica y la repetición son fundamentales, pero no está de más contar con estrategias y trucos para memorizar. El neurocientífico hace varias propuestas, como las siguientes:

Voz alta

Decir en voz alta aquello que se quiere recordar. “La próxima vez que aparques el coche y quieras grabar su ubicación en la memoria, haz una pausa breve y pronuncia en voz alta alguna referencia que identifique el lugar”.

Asociación de ideas. Por ejemplo, para recordar el nombre de alguien, se puede pensar en un personaje famoso que se llame igual y comparta con él o ella algún rasgo de personalidad o la ciudad de nacimiento.

Recurrir a lo emocional. Para recordar una contraseña, suele funcionar poner el nombre de una persona querida, el estribillo de nuestra canción favorita o el título de la película que marcó nuestra infancia.

Reglas mnemotécnicas. También se basan en la asociación. Por ejemplo, utilizar una frase para recordar los planetas del sistema solar desde el más cercano al más lejano al Sol. Podría ser la siguiente: Mi Vieja Tía Marta Jamás Supo Una Noticia (Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno).
Beneficios para el cerebro de no hacer nada
Mujer descansando

Un vídeo de Youtube al que alude Milstein en su libro muestra una conversación entre dos de sus músicos favoritos, Billy Joel y Don Henley. El primero le pregunta al segundo si la inspiración para componer le llega cuando está sentado al piano o con la guitarra trabajando durante horas en una secuencia de acordes o una melodía. Henley responde que sus mejores canciones rara vez las crea así. La chispa de la inspiración suele llegarle cuando está limpiando la casa o haciendo otras tareas domésticas.

El neurocientífico confirma que así es como emergen, generalmente, las grandes iniciativas o pensamientos: “La verdad es que las ideas innovadoras surgen precisamente cuando no estás exigiendo el máximo a tu cerebro durante todo el día”.

Por lo tanto, queda claro que el cerebro necesita descansar, para lo que es fundamental aprender a pasar ratos sin demandarle un esfuerzo constante. En definitiva, cultivar el arte de no hacer nada. “Tu cerebro posee un poder que va más allá de tu conciencia”, comenta Milstein. “Pero, para acceder a ese poder, necesitas ser capaz de relajarte”.

El experto reconoce que descansar, relajarse o no hacer nada no siempre encajan en nuestro mundo, ya que vivimos en una sociedad “que nos recompensa por parecer ocupados, por correr incansablemente en una rueda de hámster en lugar de aprovechar al máximo nuestro cerebro”.

Pero no basta con trabajar duro, alega Milstein, “también necesitas desconectar por completo” para aprender mejor y mantener un cerebro sano. Hay mil maneras de desconectar: dar un paseo, escuchar música, hacer ejercicios de respiración, limpiar la casa… “O, simplemente, cierra los ojos durante unos minutos y no hagas absolutamente nada”.

Vía Cuídate Plus

Noelis Idrogo

Periodista en La Prensa de Monagas

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