El psicólogo español Marc Masip, especialista en adicciones tecnológicas y director del programa Desconect@, ha encendido un debate crucial: el impacto del uso excesivo del móvil y las pantallas en la formación emocional y social de los adolescentes. Según Masip, la vida digital está reemplazando la experiencia humana real, con consecuencias profundas en la manera en que los jóvenes se relacionan y enfrentan la vida cotidiana.
La pérdida de habilidades básicas
Masip sostiene que muchos adolescentes han dejado de practicar destrezas esenciales como:
- Hablar cara a cara y sostener una conversación sin mediación tecnológica.
- Afrontar conflictos sin refugiarse en la inmediatez de un chat o un “bloqueo”.
- Expresar emociones auténticas, más allá de emojis o mensajes breves.
- Tolerar la incomodidad de situaciones reales, como el silencio o la confrontación.
- Construir vínculos sólidos, que requieren tiempo, riesgo y exposición personal.
En su análisis, el psicólogo explica que al refugiarse en lo digital —donde todo es inmediato, controlado y sin riesgo— los adolescentes evitan experiencias que implican mirar a otro a los ojos, asumir consecuencias, equivocarse o superar dificultades.

Jóvenes más inseguros y dependientes
El resultado, advierte Masip, es la formación de una generación de adolescentes más frágiles, inseguros y dependientes, incapaces de relacionarse sin la mediación de una pantalla. “Cuanto antes reciben un móvil, más problemas presentan para las relaciones cara a cara”, ha señalado en entrevistas recientes.
Masip insiste en que la responsabilidad no recae únicamente en los centros educativos. Las familias deben establecer límites claros y retrasar el acceso a móviles inteligentes hasta edades más maduras. En su criterio, un adolescente no debería tener un teléfono con conexión a internet antes de los 16 años.
Además, recomienda observar señales de alarma como:
- Uso del móvil durante la noche.
- Aislamiento social o pérdida de amistades.
- Descenso en el rendimiento escolar.
- Conflictos familiares asociados al uso de pantallas.
El reto de recuperar la experiencia humana
La advertencia de Masip apunta a un desafío cultural: revalorizar la interacción humana frente a la comodidad digital. Para él, el futuro de la salud emocional de los adolescentes depende de que vuelvan a practicar la vida real, con sus riesgos y aprendizajes.
Las declaraciones de Marc Masip ponen sobre la mesa un problema urgente: el exceso de pantallas está moldeando adolescentes menos preparados para la vida real. La solución, afirma, pasa por educar en límites, fomentar la interacción cara a cara y recordar que ninguna aplicación puede sustituir la experiencia de mirar a alguien a los ojos.
Vía El Regional del Zulia