Las calles de la ciudad capital del estado Monagas, Maturín, están siendo recorridas por personas, cuyas caras están olvidadas.
La razón de tal abandono del vínculo familiar, en la mayoría de los casos son los problemas de salud mental que los afecta y que no pueden costear.
Algunos de estos caminantes se mantienen en un sitio fijo, donde reposan sus cuerpos entre basura y objetos sin valor.
Una gran mayoría de los indigentes se encuentran vestidos, sin embargo, hay quienes están con poca o nada de ropa, deambulando deliberadamente sin rumbo alguno por la ciudad.
Estos personajes han sido duramente golpeados por la crisis económica y social, y viven sus días en situación de calle. Algunos de ellos se han dejado llevar por los vicios de licor o estupefacientes, dando lugar a la sociedad de etiquetarlos o aislarlos: «están en ese trance o con psicosis».
Pocos son los agresivos o violentos. La mayoría son pacíficos. Cada día se ven nuevos rostros en las calles, los cuales reciben a almas piadosas, el pan de cada día.
La salud mental, no respeta raza ni mucho menos la edad. Muchos se asombran cuando los ven pasar.
Hurgar de la basura es su faena diaria, el hambre los ataca y no tienen con qué comprar.
Al norte, sur, este y oeste, los indigentes recorren sin brújula las calles y sus rostros son indiferentes ante los entes competentes.
La desnudez de estas personas reflejan más que la falta de vestido. El amor escasea y el abrigo también.
Fotos: Osmel Rodríguez