Lusymar Taly con 46 años de edad, madre soltera profesional en Recursos Humanos graduada en la Universidad de Oriente (UDO) apasionada por los niños la locución y el mundo radial llevaba un ritmo de vida muy acelerado por sus múltiples tareas diarias que realizaba, pero pese a esto ella siempre andaba por la vida con una sonrisa y se disfruta sus días que denomina normal.
Primeras señales de alarma
En medio de una vida tan acelerada muchas veces dejaba pasar por alto cuando algo le dolía hasta que un dolor muy recurrente y cada vez más intenso empezó a despertar en ella su atención que la detuvo a pensar… “algo está pasando” pero, la preocupación por un posible diagnóstico no aceptable para ella por la situación país y sus altos costos en el mundo medicinal se preguntó ¿A dónde voy? ¿Qué voy hacer? La hizo callar y ocultar aquello que ella empezaba a sospechar hasta que el dolor y molestia se hacía más frecuente en su seno y fue cuando decide explorar su cuerpo justo en el lugar donde sentía la molestia sintiendo un pequeño bulto que la alarmó, pero, más allá de sentir miedo comenzó a tranquilizar sus emociones que por muchos días la mantuvo pensando y pensando.
Para ella ese pequeño bulto era una señal que aún seguía ocultando hasta que se presentó un derrame en su seno que la encaminó a empezar las visitas médicas para determinar si lo que ella había sentido en su seno derecho se relacionaba a lo que por su mente comenzaba a pasar.
La travesía apenas empezaba
Llegó el día de su primera visita médica con el especialista que le arrojaría el diagnóstico, aquella mañana ella se encontraba tranquila, normal y acompañada por un familiar, al entrar por la puerta de aquel consultorio suspiró miró al doctor extendió su mano para saludarlo y tomo asiento, ella ya se imaginaba cuál sería el diagnóstico.
Luego de varias explicaciones médicas de todos sus exámenes el especialista le arroja aquel diagnóstico que nadie quisiera escuchar jamás “tienes un pequeño tumor cancerígeno en tu seno derecho “, ella mirando al doctor suspiró y se dijo “ya lo sabía, yo lo presentía “dijo con tono de voz bajo y desalentador, pero con tranquilidad.
Al salir por la puerta de aquel consultorio ella sabía que su vida había cambiado y al llegar a su casa de inmediato empezó a organizar sus ideas y pensamientos porque debía controlar las emociones, pues la esperaba un nuevo camino para recorrer ya no tan acelerado como acostumbraba.
Nunca se detuvo en sus actividades, debía seguir trabajando, era el sustento de su hogar donde vivía con su hija de 14 años para aquel entonces, pero su vida acelerada también aceleró el proceso y avance de aquel tumor.
Un Diagnóstico que unió a la familia
El apoyo de la familia juega un papel importante para estos pacientes, Lusimar nunca estuvo sola, amistades familiares y amigos.
´´ una amiga tomo la iniciativa de hacer rifas para motivarme y ayudarme con los gastos que esto implica, amigos y empresas privadas de conocidos me donaban postres, masajes en spa para ser rifados y poder obtener dinero para mi tratamiento´´.