El segundo apellido de Ana Elvira Palacios es Aristimuño. Ella es hija de Lourdes Aristimuño (Reina del Carnaval de Maturín 1967) y 21 años después logró la misma hazaña de su mamá: se coronó Reina del Carnaval de Maturín 1988.
Contaba con 16 años cuando decidió participar en el reinado junto a otras 23 candidatas, todas con muchas cualidades para ceñirse la corona, pero, el carisma y la interacción con la gente que tenía Ana, fue razón suficiente para que la decretaran como la ganadora absoluta de aquella edición.
“A pesar de que cuentas con muchas personas que están apoyándote con tus creaciones, uno tenía que ‘echar el resto’, es decir, bailar con el pueblo, interactuar con la gente, saludar, ser muy simpática, porque ese año en los desfiles habían dos gradas ubicadas al frente de la Alcaldía y otra en la Lotería de Oriente. En esos lugares estaba el jurado ‘escondido’, o sea, sabías que en esos espacios te estaban evaluando, pero, exactamente, no sabías quiénes eran. Recuerdo que ese año incluyeron a dos personas del público en el jurado para que, de esta manera, hubiese más transparencia en los resultados”, cuenta Ana Elvira, quien representó a la empresa Pastorca, compañía que hizo una de las carrozas más grandes y llamativas.
“La carroza era algo impresionante, muy grande, y le repartíamos al público envases alusivos a los productos que se comercializaban. Además de caramelos, repartíamos leche, chica y choco, entonces nos colocaron para cerrar el desfile. Era muy bonito ver a la gente emocionada”, destaca la reina del 88.
Ana Elvira fue electa como la soberana un 14 de febrero y, entre tantas anécdotas, recuerda que al día siguiente de la celebración, la junta organizadora la fue a buscar a su casa a las 5:00 de la mañana.
“Fueron a buscarme en un camión con un steel band para ir a los sectores a jugar con agua. Recuerdo que mi mamá me dijo: usted asumió esta responsabilidad. Ser reina del Carnaval es eso, así que sale con su mejor sonrisa y va a compartir con la gente. Y yo, ok pues, no pasa nada, yo voy, le dije”. Agrega además que “a pesar de tantas actividades había cansancio, por supuesto, pero, no lo sientes al momento. Había adrenalina, el cariño de tanta gente, detalles que nos hacían llegar, conocer muchas personas, el saber que eras la reina y que en un sector te esperaban con ansias. Eso era hermoso”, expresa Ana Elvira.
La soberana destaca que cuando terminaron los desfiles se preguntó ¿y ahora?, pues, lo que se vivía siendo reina era una experiencia hermosa. “Después que termina el Carnaval, la junta me indicó que durante mi año de reinado trabajaría con el personal de la biblioteca Julián Padrón, en diferentes actividades que buscaban promover la lectura en los niños y jóvenes”.
Ana Elvira Palacios Aristimuño sigue residenciada en Maturín. Tiene cuatro hijos y la familia seguirá creciendo, pues, próximamente se convertirá en abuela por vez primera.
La reina 88 puntualizó haciéndole un llamado a la ciudadanía a disfrutar de estas fiestas con precaución, en familia y con mucho amor por lo hecho en casa.
“Los tiempos han cambiado, pero lo que no podemos cambiar es el amor por el Carnaval. Son fiestas que nos identifican como maturineses. Es una celebración hermosa que tenemos que seguir preservando”, aseveró.
