¿Quién no ha cruzado los dedos alguna vez, aunque sea a escondidas? Lo hacemos para aprobar un examen, conseguir un trabajo, o atraer la atención de alguien. Este simple gesto de colocar un dedo sobre otro, generalmente el corazón sobre el índice, está cargado de esperanzas. Algunas personas lo hacen con ambas manos, mientras que otras, más discretas, lo hacen con la mano detrás de la espalda.
Cruzar los dedos y pedir un deseo
Cruzar los dedos no solo se hace para pedir deseos personales, sino también por solidaridad, para enviar buenas vibraciones y energía a alguien cercano. Este gesto tiene raíces en tradiciones antiguas que quizás no imaginamos.
Hay dos teorías principales sobre el origen de este gesto para atraer la buena suerte. La primera se sitúa en el cristianismo pagano de Europa occidental. Muchas de nuestras tradiciones de buena suerte tienen este origen. En este caso, cruzar los dedos simbolizaría una cruz, con el dedo índice más horizontal, representando los maderos de la cruz en la que murió Jesucristo.
Cruzar los dedos sería entonces un gesto de concentración y esperanza para que se cumpla un deseo. Esta práctica evolucionó en Europa para transmitir buena suerte también a otros, no solo a uno mismo. La buena fortuna se podía compartir si uno se concentraba correctamente haciendo este gesto.
La segunda teoría también se relaciona con el cristianismo. En tiempos antiguos, los cristianos usaban gestos secretos para reconocerse, como el símbolo del pez. Cruzar los dedos era otro de estos gestos, utilizado para identificarse rápidamente. Una historia de la Guerra de los Cien Años cuenta cómo este gesto se usaba para saludar a los soldados heridos en los hospitales. Al pasar junto a una cama, se cruzaban los dedos para mostrar la fe cristiana y desear buena suerte y pronta recuperación.
Así, hemos mantenido la costumbre de cruzar los dedos para pedir deseos y atraer buena suerte. A veces funciona, otras no, pero como tradición, vale la pena conservarla… ¿por qué no?