Incendios forestales en el sureste de Brasil llevaron a las autoridades locales a declarar la alerta máxima en una treintena de ciudades del estado de San Pablo, donde el fuego interrumpió carreteras y el humo alcanzó la capital paulista.
Condiciones atmosféricas con temperaturas que superaron los 35 ºC y baja humedad, sumadas a una prolongada sequía en la región, propiciaron los fuegos en el noroeste del estado más poblado de Brasil, de 44 millones de habitantes.
El gobierno paulista instaló la noche del viernes un gabinete de crisis para coordinar los trabajos de combate de las llamas.
“Actualmente tenemos 30 ciudades en alerta máxima por grandes incendios y estamos trabajando para controlar la situación y garantizar la seguridad de las personas”, dijo el gobernador Tarcísio de Freitas en la red social X.
Las autoridades locales expresaron que dos trabajadores de una fábrica en el municipio de Urupés, en el norte del estado, murieron mientras intentaban combatir un incendio.
El avance de las llamas generó importantes trastornos en el transporte. La baja visibilidad debido al humo paralizó total o parcialmente la circulación en una docena de vías.
En tanto, la capital paulista quedó cubierta por una densa niebla gris. “Con las ráfagas de viento, el fuego puede extenderse rápidamente”, alertó el gobierno en un comunicado.
“Los incendios emiten humo denso y tóxico que perjudica el medioambiente y la salud humana, causando problemas al sistema respiratorio y desórdenes cardiovasculares”, agregó.
La situación era crítica en Sao José do Rio Preto, una ciudad de 480.000 habitantes donde en los últimos cuatro días se registraron más de 335 focos de incendio y las clases fueron suspendidas, según la prensa local.
Cómo el cambio climático agrava la crisis
El mes pasado, un artículo publicado en The New York Times e Infobae, señaló que los científicos alertaron que la quema de tan vastas extensiones de tierra puede representar una nueva normalidad bajo el aumento de las temperaturas globales y la irregularidad de las lluvias, lo que dificulta mucho más los esfuerzos por salvar algunos de los ecosistemas más importantes del mundo.
Entre enero y junio de este año se produjeron más incendios forestales en la parte brasileña del Pantanal, un enorme tesoro de biodiversidad que se extiende por tres países, que en el mismo periodo de cualquier otro año, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, que desde 1998 hace seguimiento de los incendios en Brasil.
Se trata del mayor número de incendios en al menos dos décadas, que también afectó la Amazonía y la sabana del Cerrado, un mosaico de arbustos, pastizales y árboles nudosos que abarca unos 3,1 millones de kilómetros cuadrados en las regiones central y nororiental de Brasil.
“Es muy preocupante”, dijo Ane Alencar, directora científica del Instituto de Investigación Medioambiental de la Amazonía brasileña. Según Alencar, los incendios de esta magnitud no suelen producirse hasta agosto o septiembre, los meses de mayor intensidad. Pero el clima extremo ha hecho que los incendios provocados de manera imprudente por la gente se extiendan rápidamente fuera de control, dijo Alencar, “creando las condiciones ideales para que cualquier chispa se convierta en un incendio forestal”.
El Pantanal -parte del cual figura en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO- tiene más de 20 veces el tamaño de los Everglades. Se extiende a lo largo de las fronteras que dividen Brasil, Bolivia y Paraguay, y aproximadamente el 80 por ciento se encuentra en Brasil.
Los incendios de este año han calcinado alrededor del 5 por ciento del Pantanal brasileño, un área aproximadamente del tamaño de Phoenix. Y los expertos dicen que los humedales pueden estar en camino de una temporada de incendios peor que la de 2020, cuando se incendió un tercio del Pantanal y unos 17 millones de animales murieron.
Con información de Infobae