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Crónica | Antes de morir Jesús pudo bailar el vals con su sobrina

Jesús, con lágrimas en los ojos, tomó la mano de su sobrina-ahijada, pero, antes de iniciar el baile, le dio un fuerte abrazo. Se quedó sorprendido al ver que la niña que vio cuatro años atrás, abandonaba su adorada infancia y se iniciaba en la adolescencia. Estaba tan emocionado que sus mejillas…

Jesús, con lágrimas en los ojos, tomó la mano de su sobrina-ahijada, pero, antes de iniciar el baile, le dio un fuerte abrazo. Se quedó sorprendido al ver que la niña que vio cuatro años atrás, abandonaba su adorada infancia y se iniciaba en la adolescencia.

Estaba tan emocionado que sus mejillas las tenía rojas como el labial de la quinceañera. También sudaba de los nervios, aun así, el vals y el paso doble quedó perfecto, sin al menos haber practicado una vez. El momento fue muy emotivo que no parecía real y los aplausos de los presentes que eran más fuertes que el sonido de la música, complementaron la velada que hoy son recordadas a través de un álbum fotográfico.

El afecto
Jesús David Valderrama Rosas tiene una sola hermana, Fabiana, quien lo convirtió en tío hace 15 años atrás de una niña que lleva por nombre Fabiola. Para él, su sobrina ha sido el mejor regalo que ha recibido durante toda su vida, según lo hizo saber en una publicación que realizó en su Facebook.

La bebé nació cuando el muchacho recién cumplía los 25 años de edad y tres de haberse graduado como Ingeniero Ambiental, en la Universidad Gran Mariscal de Ayacucho, en Maturín.

Desde ese momento, asegura, se sentía más feliz y más comprometido en brindar apoyo y bienestar a su pequeña familia compuesta por su mamá, su hermana y su sobrina, pues, su papá había fallecido de cáncer de próstata cuando a él le faltaba poco para graduarse como bachiller, pero, el afecto por Fabiola creció aún más tras la muerte de su papá en un accidente de tránsito, cuando tenía solo un año y siete meses de nacida.

“Jesús era un ángel. Bello no solo físicamente, sino como persona, era muy humanista, solidario, con unos sentimientos hermosísimos. Me acuerdo que cuando su cuñado falleció, él le prometió a su hermana que a la bebé no le haría falta nada porque él se iba a hacer cargo de todo”, cuenta su mamá Cristina.

El viaje
A finales de 2016, Jesús tomó la decisión de salir de Venezuela. Ese año el país se encontraba sumergido en una profunda crisis económica y, a pesar que tenía trabajo con un “buen sueldo”, no le era suficiente. Él quería vivir en mejores condiciones y con mayor estabilidad.

Lo primero que hizo fue evaluar qué país sería buena alternativa para emigrar. En primera instancia descartó Brasil y Colombia, pues, decía que eran naciones que estaban llenas de venezolanos y conseguir un empleo le resultaría difícil. También pensó en Perú, contactó a amistades, incluso a familiar, estudió ofertas de trabajo, analizó salarios, arriendos y servicios, pero no le parecía factible.

Al final eligió irse a Chile. Se arriesgó en su totalidad porque allá nadie lo esperaba. Comenzaría de cero y así lo hizo.

Su mamá recuerda que cuando se fue, ella lloró demasiado, pero él se mostraba optimista.

“Quédese tranquila. La decisión está tomada. Voy para crecer, a buscar mejor calidad de vida y también para brindarles a ustedes lo que no he podido porque este país me ha robado las oportunidades”, cuenta su madre.

La estadía
Jesús llegó a Chile abrazado por la suerte. Tenía tan solo seis días de haber puesto un pie en esa región, cuando consiguió un empleo que mantuvo hasta el momento en el que regresó a Venezuela. Dice su mamá que el trabajo que realizaba tenía relación con lo que él había estudiado.

Y así fue pasando el tiempo. A pesar de que el cansancio se apoderaba de él y que en ocasiones la soledad lo afectaba, bastaba con pensar en su madre, su hermana y su sobrina, para seguir en la lucha, pues, también recordaba en las promesas que hizo antes de salir de su país y quería cumplirlas, una de esas era celebrarle los 15 años a su sobrina que para él era como una hija.

El regreso a Venezuela
Fabiola nació un 17 de agosto, pero la fiesta de 15 años estaba pautada para el sábado 20. Parte de esa celebración fue costeada con el trabajo de Jesús, quien desde hace un año atrás había comenzado a enviarle dinero a su hermana para que fuera adelantando los preparativos.

Así que dejó todo listo en Chile, pues, sus planes era venir a Venezuela y regresarse para continuar laborando en ese país a quien le agradece mucho por las oportunidades.

Tan bien se había desempeñado en sus funciones, que tenía disponible un mes y dos semanas de vacaciones.

La fiesta de 15 años
A pesar que Jesús había coordinado todo, su viaje su retrasó un poco, sin embargo, logró llegar a Maturín el día de la celebración de los 15 años, a tan solo una hora y media antes del inicio. Tal vez fue por eso que lo invadió una mezcla de sentimientos al llegar a la fiesta.

Su llegada después de casi cinco años, despertó aún más la alegría de su familia. Besos, abrazos y lágrimas no se hicieron esperar, pero, a él se le ocurrió una idea: esconderse y que le hicieran saber a la quinceañera que no pudo llegar a tiempo y así fue. A Fabiola le dijeron que a su tío se le retrasó el vuelo de Caracas a Maturín y quien la recibiría para bailar el vals, sería su abuelo paterno. La muchacha se volvió un mar de lágrimas, pero las mismas desaparecieron cuando vio a Jesús en el recinto.

El final
La fiesta de la quinceañera se extendió hasta pasada las 5:00 de la mañana, en un salón ubicado en la avenida Luis del Valle García. Después la celebración continuó en la casa familiar ubicada en La Floresta, parroquia Las Cocuizas y duró casi todo el domingo.

Para el día lunes, Jesús decidió viajar a Puerto la Cruz con varios familiares que habían asistido a la fiesta.

“Ellos descansaron toda la noche del domingo y viajarían el lunes temprano, pero cuando iban por El Tejero tuvieron un accidente”, relata la mamá de Jesús.

Todos resultaron heridos y fueron trasladados hasta el Hospital Universitario “Dr. Manuel Núñez Tovar” (Humnt), sin embargo, tres horas después el muchacho falleció a consecuencia de haber sufrido traumatismo craneoencefálico.

“Nosotros supimos del accidente. Cuando llegamos al hospital intentamos coordinar todo para trasladarlo a una clínica porque ahí no había nada de insumos. Lo poco que le pude entender mientras agonizaba era que buscara dentro de su maleta un rosario y se lo entregara a Fabiola. Ese rosario se lo había regalado mi esposo, o sea, su papá y él lo tenía siempre puesto porque decía que lo protegía. Cuando mi nieta llegó a la habitación, él le dijo que se iba contento porque pudo hacerle su fiesta soñada. Y ahí quedó, no respiró más”, puntualizó Cristina.

Nota: Los nombres, así como los lugares y los tiempos, han sido cambiados para proteger la identidad de los protagonistas

Egna Fereira Ríos

Licenciada en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso. Egresada de la Universidad del Zulia (LUZ) CNP 26.071

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