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Crónica| Reina sigue esperando un mensaje de su hija

Reina mira constantemente su teléfono celular. Así no suene, lo revisa. Está esperando un mensaje de su hija Fabiola para iniciar la conversación del día por videollamadas. Fabián, su otro hijo, le dice que no se atormente más. La aconseja, la abraza y le expresa mucho amor. Manifiesta que la comprende, por…

Reina mira constantemente su teléfono celular. Así no suene, lo revisa. Está esperando un mensaje de su hija Fabiola para iniciar la conversación del día por videollamadas.

Fabián, su otro hijo, le dice que no se atormente más. La aconseja, la abraza y le expresa mucho amor. Manifiesta que la comprende, por eso le habla con la verdad.

El tema entre ellos dos sigue siendo el mismo: ‘Fabi’, como le decían cariñosamente a la muchacha. Han pasado más de dos horas y la mujer continúa ‘pegada del móvil’, pero el texto que anhela recibir, no va a llegar.

Las conversaciones

Son las 10:36 de la noche y a Reina le parece extraño que su hija no la ha llamado. Entre la preocupación se ha dado cuenta que el último mensaje que le mandó a Fabiola no lo recibió, pues, aparece reflejado con una sola flechita que indica que se envió, pero que no le llegó.

“Dios te bendiga, mi amor, ¿cómo te fue hoy en el trabajo? Cuando puedas me llamas o me escribes para hablar por notas de voz”, ese fue el último mensaje que la mujer le mandó aquel 13 de agosto, a las 9:15 de la noche (60 minutos más), pues, la joven está en Perú, donde el huso horario es una hora menos que en Venezuela.

Los segundos transcurren y el teléfono sigue sin repicar, ahora son casi las 12:00 de la medianoche y el sueño se apodera de Reina, quien puso a cargar su equipo móvil para luego irse a dormir, aunque durante toda la madrugada no ‘pegó un ojo’. La preocupación se lo impedía.

Fabiola Rodríguez

Fabiola Nazaret Rodríguez Campos llevaba casi tres años en Perú, después de probar suerte por un año en Colombia.

Cuando decidió irse al vecino país, se lo comunicó a su mamá un día antes de salir de Maturín. Dijo una vez que así fue que pudo salir de Venezuela, pues, el afecto con su madre era tan fuerte, que si le notificaba con tiempo sus planes, ésta no estaría de acuerdo.

“Yo sabía que ella se iría del país porque la situación en aquel momento estaba muy difícil. Claro, no es que la estaba pasando muy mal, pero ‘Fabi’ quería mejor calidad de vida para su familia. Ella comenzó a hacer los trámites y todo fue a escondidas porque decía que su mamá no iba a estar de acuerdo, pero ella quería trabajar”, cuenta Dayana, una de sus mejores amigas.

La muchacha de 27 años, no tuvo mucho éxito en Colombia. Ahí estuvo por un año pero no le era rentable continuar en esa región, por eso quiso ir a experimentar a Perú. Para eso se puso en contacto con dos amistades que ya tenían dos años allí radicados y pidió asesoría para tomar rumbo al país inca.

En esa zona sí tuvo un poco más de suerte. Llegando consiguió arriendo y un trabajo en el almacén de una tienda. Su horario de trabajo era de 8:00 de la mañana a 8:00 de la noche, de lunes a viernes, y los sábados prestaba sus servicios como mesonera en un restaurante.

Las llamadas

Llamar a su mamá todas las noches, una vez que llegaba a casa del trabajo, era un hábito que tenía Fabiola. Cuando no le daba tiempo, le dejaba al menos un audio contándole cómo le fue durante el día, pero aquel 13 de agosto, no lo hizo.

Al parecer, ese sábado no fue a laborar al restaurante porque iría con unas amistades que había conocido a pasar el día en una playa. Al menos eso es lo que dice una allegada, sin embargo, Fabiola no llegó a compartir en ese sitio.

Cuando iban en la vía, a eso de las 12:00 del mediodía, fueron interceptados por unos delincuentes quienes a mansalva dispararon contra el carro en el que la joven se desplazaba con otros dos muchachos y una chica.

Dos balas alcanzaron al chofer dejándolo sin vida de manera instantánea, mientras que un proyectil se alojó en la clavícula de ella. El otro joven y la muchacha resultaron ilesos del ataque, el cual aún sigue sin ser precisadas las causas.

Al sitio del suceso se apersonó una comisión de la Policía Peruana y trasladaron a Fabiola hasta un centro de salud cercano donde ingresó sin signos vitales, según fue informado en los medios de comunicación de ese país.

La noticia

El 14 de agosto Reina se levantó de la cama más temprano de lo normal. Necesitaba saber de su hija y eso la tenía preocupada.

Cuando conversaba con dos de sus hermanas que la habían ido a visitar, a las 3:16 de la tarde recibió una llamada por WhatsApp. Creyó que era su hija que la estaba llamando, pero no fue así, era el dueño de la tienda donde trabajaba Fabiola, para notificarle de lo ocurrido. Al enterarse de la noticia, la mujer sufrió un desmayo. Fue Yanine, una de las presentes que continuó la conversación por WhatsApp para saber lo que había pasado.

El delirio

La muerte de la muchacha le ha generado un impacto profundo a su madre, a tal punto que durante este tiempo ha visitado dos veces a un psicólogo que le ha brindado apoyo para que su situación emocional no se vea tan afectada, pero el dolor es tan fuerte que ha hecho que delire y a veces diga incoherencias.

Reina también pasa hasta tres días sin probar bocado, además se le olvida realizar ciertas actividades.

Fabián cree que su madre quizás está más afectada porque no pudo ver el cuerpo de Fabiola antes de que le dieran cristiana sepultura.

“Afortunadamente mi mamá no ha bajado de peso a pesar de que no quiere comer. Así como pasa tiempo llorando sin parar, hay días en los que está tranquila”, refiere.

También cuenta que, en ocasiones, después de cenar, dice que se acerca la hora para hablar con su hija.

“Una vez se quedó dormida en el mueble con el teléfono en la mano y cuando se lo quité para despertarla y decirle que se acostara en su cama, me di cuenta que el chat que tenía abierto era con mi hermana Fabiola, como siempre, esperando un mensaje que nunca va a llegar”, explicó Fabián.

Jhonnet Martínez

Licenciado en Comunicación Social, productor y conductor del programa radial "Noticias 89UNO", estudiante de Lengua y Literatura.

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