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Editorial | 265 años de historia viva en la memoria del Guarapiche

Este 265 aniversario no es solo una efeméride; es el recordatorio de un proceso forjado por la resistencia de los pueblos ancestrales

“Lo que ha hecho grande a Maturín es su gente”. Con esta contundente afirmación, el historiador y escritor, Luis Peñalver, define la esencia de la capital monaguense.

Al cumplirse este 7 de diciembre 265 años de su fundación definitiva, es imperativo volver la mirada al pasado para comprender el presente, guiados por la experticia de Peñalver, quien ha dedicado su vida a desentrañar los orígenes de esta tierra.


Para entender a Maturín, hay que ir más allá de la fecha oficial. Es necesario reconocer un proceso histórico complejo que inició mucho antes, con la determinación de los pueblos de la Cuenca Amazónica. Grupos indígenas Chaimas, Waraos y Kariñas anclaron sus vidas en lo que hoy es Monagas, convirtiendo al río Guarapiche en el eje de su existencia.


Sin embargo, la calma ancestral se vio interrumpida por las primeras incursiones europeas no españolas. Franceses e ingleses, declarando estas zonas como “terra nullius” (tierra de nadie), desafiaron la propiedad del Rey de España y del Papa. Entraron por el Guarapiche introduciendo el contrabando de mercancías y esclavos.

“En esas excursiones, que más bien eran inclusiones, fueron detectados por la vigilancia de la provincia de Cumaná”, explica Peñalver. Fue esta presencia extranjera la que encendió las alarmas españolas y sembró la idea de fundar una ciudad defensiva.


La historia está marcada por la sangre y la burocracia. En 1718, el gobernador español José Carreño aplicó una política de “tierra arrasada”, enfrentando y acabando con la resistencia indígena, incluyendo la muerte del legendario Cacique Maturín.

Plaza en honor al Cacique Maturín

Posteriormente, en un intento por formalizar el dominio español, el gobernador Juan de la Tornera Sota intentó fundar la ciudad de “San Juan de la Tornera” el 18 de abril de 1722. “Fue el primer registro oficial, una ciudad en términos jurídicos y de papel, pero que nunca se ejecutó en la realidad”, detalla el historiador. Tras años de negociaciones fallidas y ambiciones personales, el Rey declaró nula aquella fundación.

No fue hasta el 7 de diciembre de 1760, cuando finalmente se concretó el destino de la ciudad. El fraile capuchino Lucas de Zaragoza estableció el “Pueblo de misión de indígenas Guaraunos”, fecha confirmada por la Academia Nacional de la Historia como la fundación definitiva.

Este 265 aniversario no es solo una efeméride; es el recordatorio de un proceso forjado por la resistencia de los pueblos ancestrales, las disputas imperiales y la evolución de una ciudad que, desde 1811, se transformó para ser cuna de la independencia. Como bien señala Peñalver, Maturín es el resultado de su historia, pero su grandeza reside, indudablemente, en su gente.

Fotos: Cortesía

Roxiry Montilla

Licenciada en Comunicación Social, mención periodismo impreso. Egresada de la Universidad Rafael Belloso Chacín (URBE) CNP 21.554

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