El estrés que ha supuesto la pandemia de Covid-19 envejeció físicamente, como si hubieran envejecido varios años, los cerebros de adolescentes, en comparación con sus estructuras cerebrales estudiadas antes de la Covid-19, indica una investigación de la Universidad de Stanford, publicada el jueves en Biological Psychiatry: Global Open Science.
Este efecto observado por los investigadores solo se había constatado antes entre menores que habían sufrido vivencias traumáticas crónicas, como abandono o las consecuencias de familias disfuncionales, señala Stanford en una nota de prensa.
La universidad recuerda que durante lo peor de la pandemia de covid y tras ella se ha visto un aumento de casos de patología mental (ansiedad, depresión, intentos de lesiones) entre los menores de edad. En España se ha hablado de un 20% más de casos o de hasta un 40% más de ingresos de menores por problemas de salud mental.
El estudio mostraría los efectos neurológicos. Los investigadores analizaron resonancias magnéticas de los cerebros de 163 jóvenes (103 chicas y 60 chicos) hechas antes y durante la pandemia. Observaron una maduración de las estructuras cerebrales.
“Sabíamos que la pandemia ha afectado de manera adversa la salud mental de los jóvenes, pero no que había tenido algún efecto físico en sus cerebros», ha explicado Ian Gotlib, profesor de psicología, primer autor del paper publicado y director del Laboratorio de Neurodesarrollo de Stanford.
Gotlib ha señalado en la nota que los cambios en las estructuras cerebrales se dan de manera natural al aumentar la edad. Durante la pubertad y el final de la adolescencia, los cerebros de los chicos y chicas experimentan un aumento en el hipocampo y la amígdala, áreas cerebrales que controlan ciertos recuerdos o la modulación de emociones. A la vez, se adelgazan los tejidos del córtex, área relacionada con las funciones ejecutivas.
El estudio mostró que estos efectos se dieron de manera acelerada en los adolescentes tras medidas como los confinamientos para contener la Covid-19. Estos cambios acelerados de la «edad del cerebro», solo se habían visto en niños víctimas (crónicas) de violencias, abandonados, de familias disfuncionales o situaciones similares, según el psicólogo.
Normalmente, estas vivencias traumáticas están relacionadas con una posterior salud mental, pero el equipo de Gotlib no se atreve a asegurar si los cambios físicos observados en el cerebro de los adolescentes durante la pandemia podrían relacionarse con un empeoramiento de su salud mental (aunque las consultas médicas y encuestas vean, en general, un aumento de casos).
“Tampoco está claro si estos cambios son permanentes», ha precisado el investigador. “¿Va a ajustarse su edad cronológica a esta edad cerebral’? Si su cerebro mantuviera una mayor edad que la cronológica, no sabemos que supondría para ellos en el futuro», ha dicho el especialista. Ha recordado que en personas de 70 u 80 años se esperan problemas cognitivos y de memoria por el envejecimient cerebral, «pero, ¿qué significa para los de 16 años que sus cerebros envejezcan prematuramente?», ha planteado Gotlib.
Antes de la Covid-19, su laboratorio reclutó a menores (del área de la bahía de San Francisco) para estudiar la depresión en la pubertad y si tiene efectos a largo plazo. Al empezar la pandemia, no pudieron continuar con el estudio y las resonancias magnéticas periódicas. Un año después de iniciar el estudio, al poder volver a hacer resonancias a los participantes, los investigadores se dieron cuenta de que los cerebros de los adolescentes no eran los mismos, ni bastaba con corregir el supuesto efecto de un año pasado. Los volúmenes del hipocampo y la amígdala y el grosor cortical de un chico de 16 años de antes de la pandemia no era iguales que los de un chaval de 16 después.
“Tras ver los datos vimos que no eran iguales», ha explicado el investigador. Comparados a los adolescentes analizados antes, los estudiados un año después, no solo tenían más problemas de salud mental sino que se observaban esos efectos físicos «y una edad cerebal más avanzada», ha apuntado.
Cree que si esto se observa en otros estudios de menores, los científicos deberán tenerlo en cuenta en las investigaciones futuras sobre esta generación. Aunque el investigador señala que la pandemia ha sido global, no habrá un grupo de control con quien comparar.
Tambien Jonas Miller, ahora profesor en la Universidad de Connecticut y que trabajó en el estudio con Gotlib, piensa que los hallazgos pueden apuntar importantes consecuencias para toda una generación. «La adolescencia ya es un periodo de rápida reorganización en el cerebro ligada a un mayor riesgo de problemas mentales como depresión o problemas de comportamiento», ha dicho Miller.
“Ahora tienes este evento global (la epidemia), en que han sufrido alguna alteración de sus rutinas diarias y podría ser que los cerebros de los chicos que hoy tienen 16 o 17 años no sean comparables a los de la misma edad hace apenas unos años”, ha agregado Miller.
Gotlib prevé hacer un seguimiento de los chicos a los que ha estudiado hasta el final de la adolescencia e inicios de su juventud para ver si la pandemia afecta a su desarrollo cerebral a largo plazo. También hará un seguimiento de la salud mental de estos jóvenes y se analizará si hay diferencias cerebrales entre los que pasaron la Covid-19 y los que no.
Con información de 800Noticias