El abundante pelaje de este mamífero aloja un mundo de seres vivos que se equilibran entre sí. Un equipo de la Universidad de Costa Rica investiga en esas bacterias respuestas útiles para la medicina
Es raro que un animal propio de las selvas húmedas y cálidas de Centroamérica y Suramérica sea tan peludo. También es raro que una especie tan parecida a un mono sea más bien familiar del armadillo. Tan extraño como que ese mamífero salvaje aparezca en tantas fotografías de turistas hasta el punto de que Costa Rica acabó nombrándolo formalmente símbolo nacional en 2021. Tan inusual como la cantidad de seres vivos que habitan en el pelaje con microgrietas, a veces verde, de uno de los animales más simpáticos del bosque: el oso perezoso (que ni siquiera es un oso).
Ahora se sabe que las peculiaridades de este animal que no llega a pesar ni 10 kilos y que vive mayoritariamente en los árboles van más allá del interés naturalista o turístico. La química y la medicina tienen mucho trabajo por delante con los osos perezosos ahora que investigadores de la Universidad de Costa Rica (UCR) encontraron en el pelaje bacterias con potencial de producir antibióticos para beneficio humano, después de preguntarse cómo ese pequeño pero rico ecosistema logra equilibrarse para evitar que los hongos enfermen al animal.
El trabajo está muy lejos de acabar, pero el camino parece certero. En 2022 se comprobó la presencia de las bacterias mediante una investigación publicada en la revista científica Environmental Microbiology, lo que despertó interés de investigadores franceses que ahora colaboran con los científicos de la UCR en la fase inmediata: identificar esas moléculas, comparar con otros antibióticos ya descubiertos y probar la utilidad ante patógenos perjudiciales para los humanos.
Esta es la etapa de trabajo en los laboratorios universitarios en San José, a unos 200 kilómetros del refugio para osos perezosos donde se extrajeron las muestras de pelo, en Cahuita de Limón, el pueblo caribeño que cualquier día permite ver un ejemplar en el bosque o, mala noticia, cruzando la calle por los cables del alumbrado público. Es mucho más probable que en el refugio reciban animales golpeados o heridos, porque de los patógenos parecen estar protegidos.
“Un ecosistema de polillas”
El coordinador del estudio es Max Chavarría, experto en biotecnología microbiana del Centro de Investigaciones en Productos Naturales (Ciprona) de la UCR y del Centro Nacional de Innovaciones Biotecnológicas (CeniBiot). “En principio quisimos analizar ambientes exóticos que no hayan sido estudiados, ambientes a los que no todo el mundo tiene acceso y eso hace atractivo el trabajo”, explicó a América Futura. “El pelaje del perezoso no es como el de un osito de peluche, es todo un ecosistema con polillas, insectos y lleno de organismos. Eso nos llevó a pensar que un ecosistema tan complejo con seguridad tiene sistemas que ayudan a controlar la proliferación de otros seres vivos que pueden enfermar al animal. ¿Qué hace que el animal no enferme? Con esa hipótesis de bacterias beneficiosas decidimos empezar este proyecto y buscar bacterias allí. La hipótesis se cumplió porque encontramos bacterias con esa capacidad de producir antibióticos”, explica.
Los análisis hechos en el Laboratorio Nacional de Nanotecnología indicaron que era acertada la premisa sobre la presencia de esas bacterias que producen sustancias para aplacar a otras que también se alojan en el oso perezoso. Su original pelaje le permite conservar mucha humedad y acondicionar la casa para gran variedad de seres vivos, incluidas las algas que permiten al animal mimetizarse en medio del verde de las hojas de los árboles, un servicio de protección ante depredadores a cambio de nutrientes que consumen esos organismos, como han demostrados otros estudios.
Sin embargo, aún hay mucho conocimiento pendiente sobre las relaciones entre seres vivos que ocurren a bordo del lentísimo animal que a menudo parece tener una sonrisa placentera, a pesar de la vulnerabilidad que sufre por la destrucción de su hábitat natural y por el tráfico ilegal.
Dos de las seis especies de osos perezosos fueron declaradas símbolo nacional por la Asamblea Legislativa de Costa Rica en 2021, partiendo del valor icónico en el mercado ecoturístico del país centroamericano. La ley aprobada manda a desarrollar campañas de sensibilización y educación sobre la preservación de estos animales y dice estimular la investigación científica como la que lidera Chavarría con su equipo en la UCR que, pese a los recursos limitados, logró posicionar la investigación en la revista EnviromentalMicrobiology y captar la atención de otros investigadores en Francia, que colaboran con el proyecto en la fase de trabajo químico.
“Queda mucho por hacer. Estamos en una fase que tiene una dificultad, la de ver las moléculas antibióticas. Luego comparar con las que ya son conocidas y continuar con la investigación, con posibilidad incluso de patentarlas. En un escenario prometedor, luego vendrán las pruebas de actividad antibiótica en diferentes modelos y descartar que provoquen algún daño a humanos”, explicó Chavarría, optimista por el trabajo del equipo “100% costarricense”, pero también por el interés internacional en el proyecto.
Con información de El País