Este domingo 12 de mayo se celebra el Día de las Madres, y La Prensa de Monagas realizó algunas encuestas y entrevistas para conocer los deseos de las mamás para este día, siendo el más predominante el anhelo de volver a abrazar a sus hijos que migraron del país.
Tres madres nos contaros sus historias y nos relataron lo que tienen que afrontar tras la separación física con sus hijos.
Refieren que el propósito de la separación de madre e hijos, es el de conseguir mejorar sus condiciones de vida a nivel económico. Decisiones que traen consigo una serie de sentimientos entremezclados.
Desprendimiento físico
Maryuris de Sánchez, es una madre que se dedica a la venta ambulante en el casco central, además de ser pastora en una iglesia evangélica.
Cuenta que tiene cuatro hijos y tuvo que asumir la resolución de que uno de ellos iba a abandonar el país. Y además, se prepara para nuevamente ver cómo su otro hijo toma el mismo camino.
«Mi hijo se fue en noviembre, a raíz de la enfermedad de mi mamá, él se fue a acompañarla porque no podía irse sola, y ahora mi otro hijo se va con ellos también”.
Para Maryruis la historia comenzó por una enfermedad, «mi mamá nos hace saber que ella se va del país, que sus hijos se la van a llevar, ella tiene dos hijos allá, que son mis hermanos. Entonces, un miércoles le dan de alta y el sábado yo la subo al autobús para que ella se vaya y en ese momento me tocó despedir a mi hijo para que se fuera del país. Ha sido fuerte, ha sido duro para él y para mí».
Mejor porvenir
De igual forma, Marianela Salas, una madre de cuatro hijos, tuvo que ver partir a dos de ellas, la primera hace aproximadamente 5 años, mientras que la otra lleva más de un año fuera de las fronteras venezolanas.
El proceso de adaptación de esta nueva rutina que enfrentan estas mujeres monaguenses es muy dura, pero, sin embargo, trata de sobrellevar la situación lo mejor posible y tomando fortaleza en sus creencias y en la certeza de que sus hijos están luchando por una vida mejor.
Marianela Salas recuerda lo duro que fue este proceso para ella, «es como si te arrancaran un pedazo de tu corazón. No hay palabras para describirlo, y yo como madre quedé con incertidumbre. No es fácil ver cómo un hijo se va, no es tanto que se vaya, sino lo lejos que se van, a un país que no sabes qué costumbres tiene, no es fácil asimilar tanta tristeza».
La noticia de que se irían tan lejos llega por sorpresa y son muy tristes y difíciles de asumir, pero siempre esperan lo mejor para sus hijos, sea cual sea el lugar en el que se encuentren. Y esperan un día tenerlos de regreso, aunque sea de visita, para poder volver a abrazarlos.
«Los primeros días son muy tristes y llenos de angustia, pensando en cómo irá en su viaje y esperando que llegue bien a su destino, rezando que Dios la acompañe en todo momento. Son noches en las que no pegas un ojo; llorando, rezando para que todo salga bien» relata Marianela.
De manera similar, fue la situación de Maryuris de Sánchez, «los primeros días fueron de sufrimiento, de dolor, porque ellos nunca se habían separado de mí de esa forma».
El hijo de Maryuris tiene 20 años y se viajó ha Brasil en el mes de noviembre del 2023. «Mi hijo me hizo un regalo por el Día de las Madres, me regaló un teléfono. Ya tiene seis meses que se fue, seis meses que para mí parecerán un «pocote» de años».
Madre con nostalgia
De igual manera, es el caso de Iris Rivas, una madre de tres hijos que ha tenido que vivir con la realidad de que dos de ellos hayan decidido buscar mejores oportunidades en otro país. «Los primeros días fueron muy duros y tristes».
Todas estas mujeres, antes de estar separadas de sus hijos, celebraban el día de las madres en familia; sin embargo, ahora el día se torna algo triste por la falta que le hace estar al lado de sus hijos sin poder sentir, al menos, el calor de un abrazo.
«Antes celebramos todos en familia, muy alegres y felices, ahora muy tristes, parte de mi vida ya no está», comenta Iris Rivas.
Mientras que, Marianela Salas manifiesta que «mi día de las madres antes estaban llenos de alegría al verlos a ellos juntos todos conmigo llenándome de besos y abrazos, eso era mi mayor alegría, no me importaba si no me daban nada porque estaban conmigo, era lo importante».
Sin embargo, este Día de las Madres, ahora es muy diferente para estas madre venezolana.
«Me invade la tristeza esperando ese abrazo que sé que no llegará.» Ya no hay más un Día de las Madres, solo un día triste rezándole a Dios para que estén bien. Para que algún día lleguen a casa y vuelva a abrazarlos, besarlos y que me digan, “mamá, te quiero”».
Estas madres han tenido que atravesar un proceso ambivalente entre la tristeza y el entendimiento, ya que, según sus propias palabras, saben que tienen que buscar lo mejor para su vida, pero al mismo tiempo sienten la tristeza de ya no ser parte directa de su día a día y que, a partir de la migración, las visitas del domingo o diarias, se hayan reducido a videollamadas, fotografías y videos.
«Mi sueño es que por lo menos Dios les dé la oportunidad de venir a nuestro país, aunque sea de visita y poderlos abrazar fuertemente y que sigan luchando por sus logros», Iris Rivas.
Estos son los deseos de estas madres que dividieron su corazón entre dos países y aceptaron con fortaleza el destino que les esperaba a sus descendientes.
Fotos: Cortesía / Osmel Rodríguez