Si echamos la vista atrás, a cuando éramos pequeños, nuestros miedos no pasaban de temer al famoso hombre del saco o la oscuridad, pero conforme vamos creciendo esos miedos se transforman y se convierten en temor a la soledad, a sentirse solo, quedarse sin familia… Por tanto, los monstruos que nos atacan en la edad adulta son las enfermedades, no llegar a final de mes o incluso perder el trabajo en estos años de incertidumbre que estamos viviendo.
Los miedos son libres, es decir, nadie elige cuáles quiere tener y cuáles no. Podría decirse que ellos nos eligen a nosotros y somos los encargados de vencerlos para que no condicionen nuestra vida. De hecho, en terapia es algo muy común de tratar.
Y dado que cada ser humano tiene un número diferente de miedos, nos pica la curiosidad saber cuáles son los más comunes en consulta; aquellos pacientes que se han puesto en manos de especialistas para superarlos. Si pensabas que el miedo a las alturas o coger un avión eran otros de los más repetidos, estabas en lo cierto, pero hay muchos más y más comunes de lo que pensamos. Los miedos que los adultos tienen hoy en día son mucho más complejos…
«Independientemente del motivo de consulta, podemos observar que son muchos los adultos que acuden afectados por múltiples miedos que les dificultan en el desarrollo de su vida cotidiana», alerta Paloma Rey, psicóloga general sanitaria.
Miedos más comunes
Los miedos son conjuntos de reacciones fisiológicas y cognitivas que sirven como mecanismo de defensa ante un posible peligro ya sea real o imaginario y Macarena del Cojo, psicóloga general sanitaria de Instituto Cláritas, asegura que podemos considerar el miedo como «necesario para podernos defender» así como asegurarnos la supervivencia. Sin embargo, este miedo se puede volver patológico cuando produce un malestar de manera significativa a nivel físico, laboral y social.
Según indica esta experta, distintos estudios muestran que el número de miedos disminuye con la edad al igual que la intensidad del miedo. Sin embargo, «cabe destacar que en cada fase vital los miedos son diferentes, pero siempre están presentes» Algunos de los más comunes son:
– Miedo al rechazo o al abandono: «Los adultos jóvenes tenderán a mostrar más miedo al rechazo de sus iguales y no formar parte de un grupo. Por otra parte, una vez se alcanza la madurez podemos observar que el miedo se sitúa más en torno al abandono. Esto se traduce, a nivel de consulta, en numerosas parejas que no están dispuestas a romper su relación por miedo a tener que empezar de cero y que, por tanto, admiten comportamientos disfuncionales con tal de no sentirse abandonamos y tener que volver a empezar», cuenta Paloma.
– Ansiedad por cuestiones laborales/económicas: en los tiempos que corren donde los precios están aumentando exponencialmente, el miedo a perder el trabajo o a perder poder adquisitivo se ha instaurado en nuestra sociedad. Esto ha desembocado en problemas de gestión de ansiedad y estrés, en un nivel más elevado de irritabilidad, miedo y preocupación por la estabilidad económica y capacidad de ahorro, así como el mantenimiento del puesto de trabajo.
– Agorafobia: si hablamos de fobias, esta sería una de las que más se aborda en terapia. Paloma Rey y Macarena del Cojo coinciden en que tras la pandemia se ha producido un aumento significativo de personas que han desarrollado esta dificultad. «En algunos casos observamos que el miedo al contagio ha actuado como un predisponen a su aparición, pero también como un elemento mantenedor, por lo que cuando la persona ha decidido dar el paso para afrontar este problema, observamos un nivel de arraigamiento mayor», dice Rey.
– Miedo a no formar una familia: este miedo afecta más a las mujeres. Señala Paloma Rey que con la incorporación al mercado laboral y las nuevas oportunidades, junto con las dificultades económicas, la edad de reproducción se ha ido retrasando con el tiempo y con ello han aumentado las dificultades a la hora de concebir: «Esto ha despertado una serie de miedos e inseguridades en las mujeres de más de 30 años, que acuden a consulta por miedo a no poder formar una familia acorde a la idea preconcebida que tienen por no haber formado hasta ese momento una pareja estable, o por que tras varios intentos fallidos presentan pensamientos catastróficos acerca de la imposibilidad de poder quedarse embarazadas».
– Miedo a equivocarse y cometer errores: al parecer, uno de los más comunes a todas las edades. «Observamos una tendencia generalizada a penalizar los errores, a través de verbalizaciones negativas y destructivas hacia nosotros mismos cuando se cometen. Paradójicamente, cuanto más nos imponemos ser perfectos, más errores cometemos y, es por ello que, justamente, aquello que queremos evitar en ocasiones se produce», dice Paloma Rey. Entender y aceptar nuestras limitaciones, así como la utilidad de los errores como un medio de adquisición de estrategias, habilidades y de madurez, nos ayudará a liberarnos del yugo de la autoexigencia.
Todos y cada uno de ellos son perfectamente abordables en consulta. Es necesario identificar tanto las causas como los factores de mantenimiento que les dan soporte para poder establecer un plan de acción personalizado, con las herramientas y estrategias que la persona necesita para poder afrontarlos.
Con información de 800Noticias