Es muy común que en el rápido transitar de la vida y sus obligaciones, siempre demos la prioridad a aspectos como el trabajo, el estudio, los seres queridos, etc… olvidándonos por completo de cuidarnos a nosotros mismos en primer lugar. Las preocupaciones y presiones, sin darnos cuenta, van cobrando su precio silencioso en la salud, especialmente en el bienestar del cerebro.
El estrés es sin duda una de aquellas palabras con las que nos hemos acostumbrado a compartir las horas del día. Pero, ¿qué tan sano es convivir en todo momento con esta sensación? Para entender el verdadero impacto que tiene en nuestro bienestar este estado constante de tensión, People en Español habló con la psicóloga mexicana Luga Ballesteros.
¿Qué es el estrés?
Según lo comparte nuestra invitada, el estrés es una reacción hormonal de nuestro cuerpo frente a una situación a la que consideramos como un reto o una amenaza. Lo que genera de inmediato la activación del sistema nervioso, generando que entremos en un estado de alarma. “Imagínate como si te está rondando un tigre, vas a tener tus sentidos encendidos a tope”.
“Cierto grado de estrés en la vida no solamente es saludable, es aquello que nos pone alerta, que nos invita a crecer, cambiar, evolucionar. (Pero) si tienes continuos y muy largos periodos de estrés sin tener periodos de regulación, de seguridad y calma; es cuando llegamos a temas como el burnout, ansiedad y demás”, explica.
¿Cuál es el impacto que tiene el estrés en nuestra salud?
Generalmente asociamos el impacto del estrés crónico con aquella sensación de estar abrumados, pero la realidad indica que los efectos van mucho más allá de un agotamiento mental.
Ballesteros explica que durante los momentos de calma y relajación, ocurren múltiples procesos de restauración en nuestro cerebro y el cuerpo en general. Cuando estamos sumidos en un sentimiento de supervivencia constante, no se llevan a cabo muchos de aquellos procesos de renovación natural. Esto podría asociarse con un envejecimiento cognitivo acelerado.
Información compartida por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, añaden que una persona que enfrenta estrés crónico está expuesta a sentimientos constantes de miedo, enojo, tristeza, preocupación, desorientación y frustración. Además de sufrir impactos en el apetito, la energía, la concentración, el sueño y el riesgo de caer en abuso de sustancias como el alcohol y drogas.
¿Qué señales me indican que mis niveles de estrés están muy altos?
Para la especialista, existen señales de alerta a las cuales debemos prestar mucha atención, pues nos están indicando que nuestra salud está en riesgo. Además de síntomas cognitivos, también se pueden evidenciar los efectos del estrés crónico en el físico, las emociones y el comportamiento.
Dolores –especialmente en áreas como la espalda, hombros y cuello– insomnio o problemas para dormirse, bajos niveles de energía, dificultad para concentrarse, disrupciones en las dinámicas alimenticias, sentimientos de querer aislarse socialmente y cambios en la forma en como interactuamos con las personas son algunas de las señales que nos indican que el estrés está dominando nuestras vidas, según lo destaca información compartida por la Universidad de Yale en su sitio en línea.
¿Cómo puedo proteger mi cerebro del estrés?
Como asegura Ballesteros, el estrés es una parte vital de nuestras vidas, pero cuando se transforma en algo incontrolable puede desencadenar un sinnúmero de consecuencias que afectan directamente la salud, incluyendo el bienestar del cerebro. Por ello es muy importante aprender a reconocer aquellos puntos de quiebre que nos indican que los niveles están por las nubes.
Una de las herramientas que nos comparte la experta para aplicar en aquellos momentos en que nos sentimos agobiados es evitar el llamado multitasking. A menudo nos vemos en situaciones en las que intentamos dividir nuestra atención en múltiples obligaciones y tareas al mismo tiempo, lo cual incrementa la sensación de estar abrumados.
Otra de las recomendaciones de nuestra invitada es encontrar momentos del día, que ya hagan parte de nuestra cotidianidad, en donde podamos generar espacios dedicados a nosotros mismos. “Puede ser tener un baño o un café de la mañana más consciente, una comida que no esté siendo distraída por pantallas. Momentos mucho más mindful (estar plenamente presente)”, explica.
Su consejo final se suma al de otros expertos en este tema que aseguran incluir en nuestras rutinas del día hábitos y ejercicios de meditación o contemplación. “Me quedo (2, 5, 10, 30, 60 minutos – dependiendo de tu alcance) en quietud, genuinamente”.
Vía People