Redacción: G. González Blanco | Si algún país es el epítome de “patio trasero de los EEUU” es esa caricatura de nación que se llama El Salvador. Su historia está llena de absurdos, traiciones, masacres y entreguismo siempre dominado por una mínima casta social vicaria del poder gringo y que todavía, ahora más con el payaso Bukele, maneja más del 80 % de la riqueza salvadoreña cuando ellos numéricamente no llegan al 10 % de la población.
La influencia de la United Fruit (ahora se llama Chiquita Brands pero no es ni la sombra de la poderosísima “Mamita yunai” de hace 50 años) en toda Centroamérica y Colombia era inmensa; en esos países se hacía lo que la “yunai” dijera, desde cómo vestirse, divertirse hasta legislar, gobernar y por supuesto nombrar lacayos como presidentes, todo por supuesto de común acuerdo con el State Department gringo. La United Fruit hacía el papel que luego haría la CIA en esos países.
Es fácil suponer que las condiciones de vida de los indios, mestizos y blancos de orilla salvadoreños eran atroces; con sueldos miserables o inexistentes y condiciones sociales, educativas y de salud mínimas o muy precarias; siendo lo peor que esta situación ya llevaba siglos y sin visos de mejoría, más bien todo lo contrario. Y fue así, en esta injusta situación que una escisión del veterano partido comunista salvadoreño (los comunistas como siempre eran los únicos que protestaban y armaban peos) llamada Fuerzas Populares para la Liberación Farabundo Martí (FPL) apareció en la lucha política con un nuevo enfoque más doctrinario y que no rehuía la lucha armada abierta contra ese régimen de cosas. Eso fue en 1977 todavía con Jimmy Carter en la presidencia quien no le paró mucho al FPL, pero cuando llegó la bestia Reagan al poder de inmediato se ordenó la desaparición de cualquier vestigio de oposición en el Salvador y comienza la fase aguda y más sanguinaria de la llamada Guerra Civil de El Salvador.
En 1979 llega Luis Herrera Campins y el partido Copei al poder en Venezuela; es decir que Reagan y Luis Herrera coinciden en esta conflictiva época y Venezuela, como buen país sirviente y lacayo que era se pliega de inmediato a trabajar intensamente con los gringos para desaparecer en El Salvador a quien se opusiera, fuera un comunista, un religioso un artista o un intelectual y por supuesto toda organización política que se atravesara y el FPL era la mas perseguida.
La primera acción de los copeyanos en el poder es poner como embajador a Leopoldo Castillo que era parte del ala más radical, estúpida, ultraderechista, anticomunista y rastrera del partido Copei. Esta ala era capitaneada por Hilarión Cardozo, Abdón Vivas Terán, Marcos Villasmil y Gehard Cartay y tenían como gran Piache y gurú a Arístides Calvani.
Leopoldo Castillo fue embajador desde 1979 a 1984, período que coincide con la etapa más sangrienta de la guerra civil; y es el enlace fundamental para que la cooperación de Venezuela en apoyo de la tiranía salvadoreño fluyera en cantidad y calidad. Castillo fue además un contacto muy apreciado por la CIA quienes a menudo le encargaban tareas menores que a la CIA no le convenía ejecutar. Entre ellas las operaciones de “search and Destroy” para localizar y eliminar la gente que molestaba, para lo cual el “Ciudadano” se asoció con el ultra criminal Roberto D’Aubuisson jefe del Partido ultraderechista ARENA pero un asesino redomado. Ellos dos y los argentinos, apoyados por la CIA crearon los famosos Escuadrones de la Muerte que produjeron centenares de asesinatos y desaparecidos. En esos escuadrones participaron activamente militares venezolanos pero sobre todo argentinos y por supuesto Asdrúbal Aguiar, Remberto Uzcátegui Bruzual, Carlos Van Den Busche y sus apósitos Posada Carriles y López Cisco.
Quizás el atentado más célebre e iniciático de estos asesinos fue el asesinato de Monseñor Romero en marzo de 1980 cuando impartía una misa en una iglesia, decidido por la CIA y ejecutado por un escuadrón de la muerte.
La guerra civil salvadoreña fue utilizada como escuela para la formación en vivo de asesinos exterminadores y torturadores que después hicieron historia en las carnicerías del Cono Sur, Perú, Colombia y Venezuela.
Venezuela en esos años nadaba en divisas y corrupción de todo tipo y para nuestra desgracia jugó un papel muy preponderante en el conflicto centroamericano. Arístides Calvani, uno de los ideólogos de la “copeyanización” de Centro América jugó un papel decisivo y con gran apoyo de los gringos. Murió en enero de 1986 junto con su esposa y 2 de sus hijas en un accidente aéreo en Guatemala a donde había viajado para celebrar por todo lo alto el triunfo en las presidenciales de Guatemala de Vinicio Cerezo, demócrata cristiano apoyado y cofinanciado por los copeyanos. Esa campaña de copeyanización se había anotado un rotundo triunfo en junio de 1984 en las presidenciales de El Salvador, donde con fuerte apoyo copeyano, esta vez desde el gobierno directamente, Napoleón Duarte había sido electo presidente. Este señor había sido un residente y mantenido por Venezuela desde que los militares salvadoreños le habían arrebatado las elecciones presidenciales de 1972.
Demostrar la presencia de tal o cual militar es casi imposible porque inclusive en las investigaciones de la Comisión por la Verdad de las Naciones Unidas de lo que pasó en El Salvador se acordó revelar solamente los nombres de los que resultaran culpables, que por cierto y como siempre solo fueron condenados los más pendejos; condenaron a varios militares subalternos salvadoreños pero los “asesores” gringos, argentinos, colombianos y venezolanos no aparecieron por ningún lado. Es cierto que esta comisión de la verdad condenó a Roberto D’Abuisson quien ya había muerto de cáncer; pero a Castillo, a pesar de su evidente e inocultable comportamiento asesino ni se le mencionó por presión tanto gringa como de Venezuela que estaba en los tiempos de CAP II, el interinato de Ramón J. Velázquez y el Chiripero.
Un dato curioso de ese turbulento y oscuro panorama de hace medio siglo, pero que ahora toma relevancia es el hecho de que el guatanero, el sigüí, el alter ego del asesino y violador de derechos humanos Leopoldo Castillo en El Salvador, no era otro que ese mentecato y aparente “mosquita muerta y viejito cariñoso e inofensivo” de Edmundo González Urrutia, el flamante candidato “tapa” de la oposición venezolana. Otro auto gol de estos torpes políticos opositores ya que ellos están “vendiendo” como principal característica favorable y virtuosa del candidato su bonhomía, su cualidad de buena gente, su tolerancia, su temperamento pacífico, amoroso e incapaz de hacer daño a nadie, para contraponerlo a los groseros y ,malvados chavistas. Se les olvidó que ese “viejito” jugó cuadro cerrado con el mata curas Leopoldo Castillo, tanto que era él quien realmente atendía la cotidianidad de la Embajada y estaba más que de acuerdo con las barbaridades de las fuerzas de seguridad y escuadrones de la muerte salvadoreños y por lo tanto cómplice histórico de ese vergonzante episodio de nuestra política exterior en esos días
CONCLUSIONES
- 1) El Gobierno copeyano, con el apoyo Adeco y Masista por debajo de cuerda, intervino masiva y descaradamente en el conflicto salvadoreño y comprometió a nuestro país innecesariamente en un conflicto muy dramático, sanguinario, desigual y donde nosotros los venezolanos no teníamos nada que ver. Fue un comportamiento vergonzoso y rastrero ordenado por los EEUU y aceptado sin chistar por toda la “elite” adeco-copeyana-masista , de Fedecámaras y de los lacayos e inmundos medios de comunicación de masas.
- 2) El hombre orquesta y clave del gobierno copeyano en este conflicto fue el impresentable Leopoldo Castillo, quien fue Embajador plenipotenciario durante todo el vergonzoso y dañino quinquenio Herrerista. Manejó millones de $ y toneladas de envíos de armas y municiones y fue factor clave y decisivo para la creación de los Escuadrones de la Muerte que asolaron a esa infeliz nación centroamericana.
- 3) Esa alimaña nunca fue condenado o señalado como ente activo en esta tragedia por la enorme cabronería de los gringos y de los gobierno criollos de la época. Por ejemplo Diego Arria echó el resto impidiendo que Castillo fuera acusado en la Comisión de la Verdad de la ONU. Así mismo los respectivos gobiernos venezolanos callaron y defendieron a este monstruo.
- 4) El actual candidato opositor era el segundo de a bordo del nefasto “ciudadano” y partícipe de todas las maniobras y coyundas criminales en las que la embajada venezolana en El Salvador y su plenipotenciario embajador Castillo tuvieron papel preponderante.
- 5) El descaro con que ahora los gringos y sus lacayos de la oposición ultraderechista pretenden presentar a ese Clockwork Candidate que es EGU como un tipo inofensivo, impoluto, sin pasado político criticable y además la persona ideal e idónea para lograr esa vaina que ellos llaman Transición raya en lo ultrajante y ofensivo a la inteligencia.
- 6) Una búsqueda somera en Internet arroja que entre 1979 y principios de 1984, o sea durante la Embajada de Castillo y su carnal EGU, ocurrieron centenares de masacres o asesinatos colectivos de más de 10 personas entre las cuales se cuentan las horribles masacres de El Mozote y la de El Muzul con miles de muertos así como otras 20 masacres con un poco menor número de asesinados, pero asesinatos al fin. Y sin olvidar que en ese lapso comenzaron los asesinatos de curas y monjas y todo aquel que se compadeciera de los indios y campesinos salvadoreños; allí cayeron al comienzo Mons. Romero , los curas Rutilio Grande y Cosme Espesotte así como 4 monjas gringas y todo su cohorte de asistentas quienes luego de violarlas fueron brutalmente asesinadas.
- 7) Nunca se sabrá a cuanto alcanzó el enorme gasto político y de ayuda militar y de contraespionaje que hizo Venezuela en ese conflicto; pero todo indica que fueron mucho los millones que se trasegaron del tesoro nacional a ese barril sin fondo que son esos conflictos de nunca acabar, pero lo que si es muy seguro es que tanto el “ciudadano” y su alter ego EGU estaban muy al tanto de ese dinero que ellos manejaron casi que a su antojo. Con cuanto se quedaron y cuanto pasaron a los salvadoreños solo somos capaces de imaginarlo. En cualquier caso esos tejemanejes de divisas en tiempo de guerra y de no anotar ninguna transacción “por razones de seguridad” no contribuyen para nada a la visión de hombre impoluto que la oposición trata de vender a los venezolanos.