Durante años se instaló la idea de que tomar grandes cantidades de agua “limpia” el organismo. Sin embargo, el nefrólogo Borja Quiroga explicó que esta creencia no solo es errónea, sino que puede generar confusión sobre lo que realmente necesita el cuerpo.
“El exceso de agua solo diluye la orina”, explicó el especialista, quien señaló que la verdadera preocupación debe centrarse en no alcanzar el mínimo necesario para que el riñón cumpla su función depuradora.
El mínimo que el riñón necesita
Según Quiroga, el riñón requiere alrededor de medio litro de agua por día para eliminar los productos de desecho. Pero esa cifra no contempla las pérdidas de líquido que se producen sin darnos cuenta a través de la piel, la respiración o la transpiración —las llamadas “pérdidas insensibles”—, que se estiman en unos 700 a 800 mililitros diarios.
Al sumar esas pérdidas a lo que el riñón necesita para depurar, el resultado da una referencia básica de 1,2 a 1,3 litros de agua al día para una persona sana y en reposo. “No es una cifra exacta, pero sirve para no quedarse corto”, señaló el especialista.

La orina clara no siempre es sinónimo de salud
Otro mito común es pensar que una orina muy clara indica una función renal más saludable. En realidad, esa tonalidad suele reflejar simplemente que se ha bebido mucha agua. “Lo que vemos es un efecto de dilución, no un signo de mayor bienestar”, apuntó Quiroga.
Por eso, el médico subrayó que lo importante es mantener una hidratación equilibrada y adaptada a las circunstancias personales —actividad física, temperatura ambiente o enfermedades—, en lugar de seguir reglas rígidas o modas de consumo excesivo.

Escuchar al cuerpo y mantener el equilibrio
En condiciones normales y sin grandes esfuerzos, el organismo necesita al menos 1,2 litros diarios para eliminar toxinas y compensar las pérdidas naturales. De ahí en adelante, la cantidad debe ajustarse según el nivel de actividad y el clima.
Beber más de lo necesario no mejora la función del riñón, pero no llegar al mínimo puede comprometer su trabajo. La recomendación, en definitiva, es hidratarse con criterio: cumplir el piso necesario, prestar atención a las señales del cuerpo y evitar los extremos que, en lugar de ayudar, terminan confundiendo.
Vía El País UY