
La tradicional Quema de Judas, una arraigada manifestación cultural venezolana que se celebra cada Domingo de Resurrección en diversas partes del país, tuvo este año en Caracas un enfoque particular en figuras políticas internacionales.
En la parroquia San Agustín, muñecos representativos de Donald Trump y Nayib Bukele fueron quemados en un acto simbólico de rechazo. Los muñecos de cartón y tela representaron, según los organizadores, los «antivalores de la vida y el respeto de los derechos humanos». Esta elección se da en un contexto marcado por las recientes deportaciones de venezolanos hacia El Salvador, un hecho que ha generado controversia y críticas por la falta de debido proceso en Estados Unidos y las condiciones en las que están los migrantes dentro del llamado Cecot (Centro de Confinamiento del Terrorismo).
La Quema de Judas fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de Caracas, es una tradición que suele acompañarse de diversas actividades comunitarias como presentaciones musicales, competencias deportivas y juegos tradicionales, fortaleciendo los lazos vecinales.
Esta actividad tiene su origen en el relato bíblico de la traición de Judas Iscariote a Jesucristo por treinta monedas de plata, y representa un castigo simbólico a la traición. En Venezuela, esta tradición ha evolucionado, adaptando la figura de Judas a personajes contemporáneos que son percibidos como responsables de acciones negativas o faltas graves contra la comunidad o el país. Si bien la nota se centra en Caracas, esta tradición se replica en otras regiones de Venezuela, donde la figura del «Judas» puede variar según el contexto local.




Vía Globovisión