Alza de los precios de la canasta básica alimentaria y de los servicios, lista de productos regulados, falta de supervisión en los establecimientos, reviven los ciudadanos en plena época decembrina
En solo una semana la devaluación de la moneda venezolana se ubicó en 17 % frente al dólar, cuyo valor se ha incrementado aceleradamente tanto en el mercado oficial como en el paralelo, superando la barrera de los 14 y 18 dólares, respectivamente.
El estrés de ¿qué comprar? se observan en los rostros de los maturineses que acuden a los establecimientos a adquirir el sustento diario.
A esto se le suma ahora, el tener que perder su tiempo en solicitar precio de cada artículo, antes de decidir si llevar o no el producto.
En las paradas de los autobuses, en las escuelas, en las oficinas, en todos los sectores públicos y privados, los ciudadanos expresan su descontento ante esta situación. Algunos recrean la frustración del año 2017, fecha en la cual la migración de los venezolanos de incrementó.
Sin marcaje de precio
En un recorrido por los locales del centro de Maturín y de sectores como La Floresta y Las Cocuizas, se evidenció que pocos acatan la normativa establecida por la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socio Económicos (Sundde), quien estableció por Gaceta Oficial N° 40.775, la medida que regula las Modalidades para la Determinación, Fijación y Marcaje de Precios en todo el Territorio Nacional.
Está también el control de precios de 40 productos de la canasta básica alimentaria, mismas políticas implementadas en otras épocas y cuyo resultado fue el oportunismo de algunos vendedores informales, llamados «bachaqueros»; que acorraló a los consumidores a tener que madrugar haciendo colas en los establecimientos, para poder adquirir los precios regulados.
En plena época decembrina, ya en algunos poblados más empobrecidos del país se abren a la venta de productos en raciones o en «teticas», dándoles así la opción de compra a los consumidores de bajos ingresos económicos.
Por otro lado, el pago de aguinaldo fraccionado al sector público, se ha vuelto «sal y agua», según las propias palabras de los trabajadores, quienes esperan pronto medidas económicas acertadas y viables para el bien común de los venezolanos.
