“corremos el riesgo de mostrarnos muy activos y al mismo tiempo de sentirnos impotentes, con el resultado de perder el entusiasmo”.
“Si por el contrario, la amargura y la compunción, en vez de dirigirse hacia el mundo, se dirigen hacia el propio corazón, el Señor no dejará de visitarnos y de alzarnos de nuevo”, explicó.
Por último, el Papa Francisco aclaró que “la compunción no es el fruto de nuestro trabajo, sino que es una gracia y como tal ha de pedirse en la oración”.
Por ello, aconsejó “no mirar la vida y la llamada en una perspectiva de eficacia y de inmediatez, ligada sólo al hoy y a sus urgencias y expectativas, sino en el conjunto del pasado y del futuro”.
También animó a redescubrir “la necesidad de dedicarnos a una oración que no sea de compromiso y funcional, sino gratuita, serena y prolongada”.
“Gracias, queridos sacerdotes, por sus corazones abiertos y dóciles; gracias por sus fatigas y sus lágrimas, gracias por llevar la maravilla de la misericordia de Dios a los hermanos y a las hermanas de nuestro tiempo”, concluyó.
Cortesía Globovisión