Padres del atleta de alto rendimiento Robert Bolívar: «Suplicamos que no dejaran morir a nuestro hijo»

El joven fue sepultado este lunes y como una medida de protesta, familiares detuvieron el féretro frente al Palacio de justicia

Robert Alexis Bolívar Galán, un atleta de alto rendimiento, murió como consecuencia de complicaciones de salud tras infectarse de Tuberculosis al ser recluido en los calabozos del Cicpc Maturín, luego que lo señalaran de un presunto delito.

Los padres del joven boxeador, Robert Bolívar y Libis Galán, explicaron que desde el pasado mes de diciembre se encontraban realizando las diligencias pertinentes para que «la Jueza del Tribunal Segundo de Ejecución accediera a una ayuda humanitaria para la hospitalización de Robert porque estaba muy enfermo».

«La jueza me dijo que le negaba el beneficio porque él no reunía los parámetros para darle la ayuda y que estaba totalmente sano. El tratamiento de la tuberculosis no le cayó bien y se descompensó y se les bajaron las defensas, por lo que se complicó con su cuadro respiratorio. Pero para ella no fue suficiente», digo Galán al recordar que «a través de una carta me dijo que se estaba muriendo, que lo sacara para el hospital; él sabía que se iba a morir preso».

«Mi hijo murió como un perro metido en los calabozos del Cicpc», agrega la dama, quien además refirió que su hijo desde los 13 años inició en el mundo deportivo, comenzando en Lucha tipo Sambo, luego practicaba arte marciales mixta y era entrenador en el gimnasio vertical en la MMA (artes marciales mixtas).

Robert tenía su empresa, «mi hijo hizo varias peleas y representó a Monagas en varias regiones del país, era profesional en todos sus sentidos».

«Negaron traslado al Hospital»

Supuestamente, según el relato de los deudos estos «esperaron que se agravara para autorizar el traslado, el cual había sido otorgado gracias al apoyo del diputado Omar Farías. Esto le molestó a la fiscalía y se ensañaron contra nuestro hijo».

La pareja describe que, cuando consiguieron el permiso, «comenzaron a pedirnos todo tipo de informes médicos,los cuales entregamos, el último fue el de medicatura forense, hace 15 días. Se dieron el lujo de esperar más de 15 días y a esta fecha jamás se emitió la audiencia especial donde le otorgaban el beneficio casa por cárcel».

«Solo pedíamos clemencia, que no dejaran morir a nuestro hijo. El 25 de marzo en horas de la noche, fuimos al Hospital Central a llevar a Robert, lo trasladaron porque el Diputado emitió una orden. Los funcionarios que lo llevaron desde el Cicpc no nos dejaron estar con nuestro hijo en la emergencia y lo dejaron sentado en el piso porque él le pidió una silla a unos de ellos (los del Cicpc) y le respondieron que no había».

Bolívar y Galán acotaron que «la internista de guardia dijo que no había criterio de hospitalización que él estaba demasiado bien y llenaron su informe y se lo llevaron. No sabemos si está en tribunal o está en el Cicpc; se lo llevaron luego de vuelta al calabozo del Cicpc, viendo ellos en el estado delicado en el que se encontraba».

Del mismo modo, acotaron «Robert recibió tratamiento solo 14 días en la sede de extorsión porque el comisario a cargo nos prestó el apoyo, pasando por encima de su personal que nunca estuvo de acuerdo con prestarle la ayuda a mi hijo, porque para ellos él solo era un preso más que tenía tuberculosis y los podía contagiar; sentían asco y repudio de mi hijo a tal grado que ni siquiera el baño le quería prestar».

«Luego de esos 14 días, fue incorporado de nuevo en los calabozos del Cicpc donde hubo una trifulca y los presos no quisieron a Robert adentro y lo iban a matar por asfixia porque estaba enfermo; me lo tiraron en un pasillo donde pasó los últimos días de su vida, complicándose con una neumonía la cual terminó con su vida. El martes 28 de marzo cuando lo saqué al hospital estaba totalmente deshidratado y disneico con una hemoglobina en 4, estaba casi muerto y ya no había mucho por hacer. Pese a todo luché por salvar la vida de mi muchacho pero lamentablemente perdí la batalla», dijeron con indignación.

Finalmente condenaron el retardo y supuesta negligencia judicial que acabó con la vida del joven que tenía un futuro prometedor en la disciplina que practicaba.