¿Alguna vez le costó más decidir qué ver en Netflix que realmente disfrutar la película? ¿O dudó horas antes de comprar algo online, solo para arrepentirse después? En la era de la sobreabundancia, elegir dejó de ser un acto simple y se volvió fuente de estrés. Lo que debería ser libertad se transforma en carga emocional.
La psicología llama a esto la “paradoja de la elección”: cuanto más amplia es la variedad de opciones, más difícil resulta decidir y menor es la satisfacción con lo elegido. El psicólogo Barry Schwartz fue pionero en señalar que demasiada libertad puede afectar negativamente nuestro bienestar.
Un estudio clásico de Sheena Iyengar y Mark Lepper lo ejemplifica claramente: frente a 24 sabores de mermelada, los consumidores compraban menos que cuando solo había seis. No solo se complica la elección, también disminuye la alegría por la decisión tomada.
Maximizers vs. Satisficers
Los especialistas distinguen dos estilos para tomar decisiones: maximizers y satisficers.
Maximizers: buscan siempre la opción “perfecta”. Comparan, investigan y retrasan decisiones con la ilusión de elegir lo mejor. El resultado suele ser ansiedad, estrés, arrepentimiento y menor satisfacción emocional, incluso si la elección es objetivamente buena. Este patrón se asocia a veces con síntomas depresivos, sobre todo en decisiones complejas o inciertas.
Satisficers: se enfocan en opciones que cumplan criterios personales mínimos. No buscan la perfección, sino algo que encaje con sus necesidades. Deciden más rápido, sufren menos arrepentimiento y mantienen estabilidad emocional. No es conformismo: es eficiencia mental y emocional, una estrategia más sostenible frente a la abundancia de opciones.
La paradoja en la vida diaria
La sobrecarga de opciones no se limita al consumo:
Ocio digital: infinitas series, películas o canciones pueden agotar y reducir el disfrute.
Compras online: miles de alternativas confunden y generan dudas y arrepentimiento.
Relaciones: apps de citas con múltiples perfiles dificultan el compromiso y aumentan la insatisfacción.
Estudios y trabajo: elegir entre tantos caminos provoca indecisión y miedo a equivocarse.
Elegir demasiado exige recursos cognitivos y emocionales, y puede derivar en fatiga mental, ansiedad anticipatoria y estrés crónico, sobre todo cuando hay presión social o autoexigencia.
Ansiedad, miedo
Cómo tomar decisiones con menos estrés
Los psicólogos recomiendan estrategias para aliviar la sobrecarga:
- Reducir voluntariamente el número de opciones mediante filtros previos.
- Aceptar que ninguna elección será perfecta.
- Basarse en valores personales y no en expectativas externas.
- Practicar la autocompasión para disminuir arrepentimiento y malestar.
- Automatizar decisiones menores, como la ropa o las rutinas diarias, para ahorrar energía mental.
En una cultura que asocia libertad con cantidad, puede parecer contradictorio, pero menos opciones suelen generar más bienestar. Tomar decisiones simples y conectadas con lo personal mejora la salud mental y la calidad de vida: no se trata de conformarse, sino de elegir con sentido.
Vía El País