En muchas oficinas se repite la misma escena: quienes asumen más tareas, cumplen los plazos sin quejarse y aportan soluciones acaban soportando el doble de carga que el resto. Son los empleados en los que todos confían, incluidos sus jefes. Sin embargo, paradójicamente, esa fiabilidad termina volviéndose en su contra.
Rafael Alonso, experto en recursos humanos, ha puesto el foco en este fenómeno a través de un vídeo que se ha hecho viral en su cuenta de TikTok. En él denuncia que “las personas que no se quejan y que más trabajan son las más perjudicadas de toda la empresa”. Su mensaje ha resonado entre miles de trabajadores que se han sentido reflejados en sus palabras.
Según Alonso, esta dinámica se explica porque los líderes tienden a cargar de trabajo precisamente a quienes saben que responderán sin conflictos. “Psicológicamente, los líderes ven a los primeros como personas que trabajan muy duro y pueden sacar adelante el trabajo y, sobre todo, como personas en las que se puede confiar. Si piensas que alguien te la va a liar, pues no le das trabajo”, explica. Una lógica que, aunque comprensible desde la gestión, acaba generando un entorno “injusto” y desmotivador.
Una carga invisible
El problema no solo es la desigualdad en la distribución del trabajo, sino sus consecuencias emocionales. Alonso subraya que estas personas, al implicarse más y asumir responsabilidades sin quejarse, acumulan mayores niveles de estrés. “Tienen mucho más estrés que una persona que simplemente va a su trabajo y se va para su casa”, señala. Esa entrega continua, sin reconocimiento ni compensación, termina erosionando la salud mental y la sensación de equilibrio personal.
Poner límites para conservar la salud mental
El experto invita a quienes se reconozcan en este perfil a establecer límites claros. “Si quieres conservar tu salud mental, lo que haría sería poner límites”, aconseja.
Para Alonso, esos límites deben traducirse en exigir una compensación acorde con la carga real de trabajo y las responsabilidades asumidas. “Sería como pedir que se te pague en función de las responsabilidades e, incluso, de la carga de trabajo que tienes. Y si no pasan por el aro, que ese trabajo que confían que tú hagas, lo haga el otro”, sentencia.
Su reflexión abre un debate necesario sobre cómo las empresas valoran el esfuerzo y distribuyen las tareas. Porque, al final, lo que debería ser una virtud: ser responsable, eficiente y comprometido, no puede convertirse en un castigo.
Vía Menshealth