Para diversas personas, especialmente en las sociedades contemporáneas, mantener una red social extensa y activa es sinónimo de éxito y bienestar. Sin embargo, investigaciones recientes ponen en tela de juicio esta noción.
Un estudio innovador de la Universidad de Exeter, en Reino Unido, ha arrojado resultados sorprendentes: en lugar de beneficiar la salud, tener menos interacciones sociales al envejecer podría ser una ventaja evolutiva para reducir el riesgo de infecciones. Este fenómeno, llamado “envejecimiento social”, podría estar ligado a la preservación de la salud física en las etapas avanzadas de la vida.
Este descubrimiento proviene de la observación de uno de los parientes primates más cercanos, los macacos rhesus. Los investigadores analizaron a un grupo de hembras de estos primates en un ambiente controlado, descubriendo que aquellas que limitaban sus interacciones sociales en la vejez reducían de manera abismal su exposición a enfermedades infecciosas, un efecto que los científicos denominan “protección del envejecimiento”.
Esta tendencia, según los expertos, también se observa en seres humanos mayores, quienes suelen restringir sus círculos sociales con el tiempo.
La investigación sugiere que el aislamiento no es simplemente el resultado de limitaciones físicas o emocionales que acompañan al envejecimiento, sino un mecanismo de adaptación evolutiva.
Para explorar este fenómeno, los científicos del Centro de Investigación en Comportamiento Animal de la Universidad de Exeter analizaron cómo las interacciones sociales afectan la salud en primates. Mediante modelos de redes sociales, midieron la “centralidad social” de cada individuo, un concepto que describe el número y la intensidad de las relaciones sociales de cada macaco en el grupo.
A partir de estos datos, desarrollaron simulaciones de modelos epidemiológicos para observar cómo la reducción de estas interacciones influía en la probabilidad de infección en condiciones de inmunosenescencia, es decir, con un sistema inmunológico debilitado por la edad.
Los resultados fueron contundentes. Los macacos mayores con menos vínculos sociales demostraron una menor susceptibilidad a contraer enfermedades infecciosas. Al tener menos interacción cercana con otros miembros del grupo, estos individuos mayores reducían su exposición a posibles agentes patógenos, mostrando una clara ventaja adaptativa en comparación con los individuos más jóvenes o más socialmente activos. Esto sugiere que, en ciertos contextos, reducir la vida social puede ser una medida protectora para preservar la salud en la vejez.
¿Menos amigos, más salud?
Si bien la idea de reducir los vínculos sociales como medida de salud puede parecer controversial, los resultados de esta investigación abren una nueva perspectiva sobre el envejecimiento y el bienestar. La evidencia sugiere que “menos puede ser más” en términos de la cantidad de relaciones, especialmente a medida que las personas envejecen y enfrentan nuevos desafíos inmunológicos.
Vía Agencias.