Los vapeadores o los cigarrillos electrónicos, aunque son algo diferentes en cuanto su aspecto, cumplen la misma función: inhalar un vapor, que no es vapor de agua y que habitualmente contiene nicotina. El vapor procede de un líquido con diversos sabores que pueden ser recargables o de un solo uso.
El ministerio de Sanidad, en su Plan Nacional sobre Drogas afirma que aunque se promocionan como la alternativa saludable al tabaco, existen muy pocas evidencias sólidas sobre sus efectos a medio y largo plazo en la salud. Además, no es un producto que se regule como medicamento, y su eficacia como método para dejar de fumar está en duda por la Organización Mundial de la Salud.
Qué son y qué contienen
El ministerio de Sanidad incluye a los cigarrillos electrónicos en la categoría de productos relacionados con el tabaco. En un informe del Ministerio se recoge que al analizar líquidos y vapor del cigarrillo electrónico se encontraron sustancias cancerígenas. Por ello, no se pueden excluir los riesgos para la salud asociados al uso o exposición al vapor.
La solución que está dentro de los dispositivos y el vapor del cigarrillo electrónico contienen sustancias químicas nocivas como los anticongelantes –hechos de uno o dos químicos: propilenglicol o etilenglicol–, dietilenglicol y agentes carcinógenos como las nitrosaminas que pueden provocar cáncer.
Impacto en los jóvenes
Sandía, fresa-kiwi, algodón de azúcar o melón dulce, con estos atractivos sabores los adolescentes y jóvenes se apuntan a la moda de los ‘vapers’. Y, aunque es un producto relacionado con el tabaco y su venta está prohibida a menores de 18 años, los expertos aseguran que cada día más menores hacen uso de uno de estos dispositivos que se han convertido en un producto llamativo para ellos sin ser conscientes de los riesgos asociados que conllevan.
La nicotina de los cigarrillos electrónicos es adictiva y puede perjudicar el desarrollo del cerebro, además, el vapor de los cigarrillos electrónicos es perjudicial para los pulmones en crecimiento. Por si todo esto fuera poco, profesionales del Plan Nacional sobre Drogas aseguran que, en muchos casos, su uso precede al consumo de tabaco y/o cannabis.
Su uso está prohibido en:
- Dependencias de las Administraciones Públicas.
- Centros, servicios y establecimientos sanitarios.
- Recintos docentes y formativos.
- Medios de transporte público urbano e interurbano.
- Recintos de parques infantiles y áreas o zonas de juego.
Con información de El Nacional.