Una docena de presidentes y cancilleres latinoamericanos se reunirán el próximo domingo en México para sellar un acuerdo que ayude a frenar la desbordante migración irregular hacia Estados Unidos.
Convocados por el gobierno mexicano, los mandatarios se reunirán en Palenque, estado de Chiapas, puerta de entrada de cientos de miles de personas que se lanzan a una peligrosa travesía escapando de la pobreza, que alcanza a 32,3% de los latinoamericanos, según la Cepal, órgano de Naciones Unidas.
Solo este año, 1,7 millones de extranjeros llegaron a la frontera con Estados Unidos a través de México, según el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
«Necesitamos ponernos de acuerdo porque podemos hacer muchas cosas nosotros. Y también, si estamos de acuerdo, buscar la cooperación del gobierno de Estados Unidos, que ayuden», asegura López Obrador.
El mandatario confirmó la presencia de sus colegas de Colombia, Gustavo Petro; Cuba, Miguel Díaz-Canel; Ecuador, Guillermo Lasso; Guatemala, Alejandro Giammattei; Honduras, Xiomara Castro, y Venezuela, Nicolás Maduro, quien acordó con Estados Unidos un programa de deportaciones masivas.
También asistirá el primer ministro de Haití, Ariel Henry.
De esos países salen la mayoría de migrantes, muchos de los cuales atraviesan la peligrosa selva del Darién, entre Colombia y Panamá.
Según el gobierno de México, solo en septiembre pasado llegaron a este país 60.000 migrantes de Venezuela, 35.000 de Guatemala y 27.000 de Honduras.
«Es muy difícil poder gestionar estos números si no tenemos una política donde la migración no sea solamente vista entre México y Estados Unidos, sino que tiene que ser desde la parte norte de Sudamérica hasta Estados Unidos», dijo la canciller mexicana, Alicia Bárcena, esta semana ante el Congreso.
Enfoque regional
Bárcena explicó que el acuerdo de Palenque apunta a crear condiciones de bienestar que desincentiven la migración, abordar las sanciones de Washington contra países como Venezuela y Cuba -que agravan la situación- y «vías de movilidad laboral» hacia Estados Unidos.
«Será una cumbre muy declarativa, pero al menos vemos el inicio de un diálogo con los países del sur», sostiene Dolores París Pombo, especialista del Colegio de la Frontera Norte, en Tijuana (noroeste), para quien el objetivo de México es quitarse presión y darle un enfoque regional al problema migratorio.
Esa cuestión es uno de los escollos del presidente Joe Biden en su camino a la reelección en 2024. Sin detallar montos, el mandatario demócrata incluyó la crisis migratoria en el paquete de ayuda por 100.000 millones de dólares que pedirá al Congreso para Ucrania, Israel y Taiwán.
Además, logró un acuerdo con Maduro para permitir a Estados Unidos deportar a venezolanos en vuelos directos y levantar temporalmente sanciones económicas, pese a no reconocerlo como presidente.
«Moneda de cambio»
«Los migrantes nuevamente son usados como moneda de cambio, pero el problema es de tal magnitud (…) que esto es más un gesto político que un paso real hacia una solución», observa París Pombo.
Maduro, en tanto, reanudó negociaciones con la oposición que exige garantías para las presidenciales venezolanas de 2024. Unos 7,1 millones de venezolanos han migrado a distintos países a raíz de la grave crisis socioeconómica, y miles están varados en las fronteras mexicanas.
«Ahora están llegando en condiciones de extrema precariedad, no sólo de Venezuela sino desde otros países a donde emigraron inicialmente como Perú, Colombia o Ecuador», señala París Pombo.
Para la experta, a las duras medidas impuestas por el presidente republicano Donald Trump ha seguido una «política incongruente» de Biden.
«Dan ciertas prioridades a ciertos países, pero luego cierran bruscamente la puerta y cambian de programas. Y esto genera un efecto ‘llamada’ que es aprovechado por las redes de tráfico de personas», señala, en referencia a la regularización de miles de haitianos, venezolanos, cubanos y nicaragüenses.
Biden llegó a la Casa Blanca en enero de 2021 con la frontera cerrada por la pandemia, y desde entonces lanzó varios mecanismos, de gran complejidad, para ordenar los flujos migratorios.
El más exitoso, señala la investigadora, ha sido la aplicación móvil CBP One para programar citas y pedir refugio. Pero la espera es larga y muchos deciden lanzarse a la aventura por la ruta migratoria terrestre más peligrosa del mundo, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
México aceptó en septiembre recibir a los migrantes que la Patrulla Fronteriza estadounidense expulse por el puente internacional de Ciudad Juárez, para enviarlos luego a sus países de origen.
Hasta entonces esas personas quedaban libres en territorio mexicano e intentaban ingresar en reiteradas ocasiones.
Con información de 2001.