Nelson Enrique Bautista, alias Poporro, está en manos de las autoridades colombianas después de años en los que fue reseñado como uno de los hombres más buscados de los Santanderes, por narcotráfico y, en los últimos años, por tráfico de migrantes.
Su detención se realizó el sábado 13 de febrero, pero fue dada a conocer hasta este lunes. Se informó que fue aprehendido cuando circulaba a bordo de un vehículo Tucson Hundai de color negro sobre el boulevard Punta Nizuc, ubicado en la ciudad turística de Cancún.
Alto prontuario
Según la Policía Nacional, alias Poporro tiene una carrera criminal de más de 18 años y era el principal coordinador de tráfico de migrantes de Colombia hacia Estados Unidos, en asociación con los carteles de Tijuana y de Jalisco Nueva Generación. Asimismo, en su historial cuenta con más de 15 homicidios, solo en Bucaramanga.
“Hemos liberado a Santander de uno de los peores delincuentes, que enlutó a docenas de hogares, a cuyos dolientes hoy les podemos decir que esos crímenes no quedaron en la impunidad”, señaló el director de la Policía, el general William Salamanca. Alias Poporro inició su carrera criminal en 2006 y, dos años después, creó su propia organización criminal denominada Los Del Sur, dedicada al microtráfico, extorsión y sicariato en los Santanderes.
Su sostenida carrera por el control de los Santanderes se vio frenada por una “guerra a muerte” con alias Pichi, que lo obligó a refugiarse en Cancún en 2020. Desde allí, comenzó a liderar una red internacional de tráfico de migrantes que llegaban a Colombia, provenientes de Chile, Perú, Venezuela, Ecuador y Panamá.
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La red de tráfico de migrantes de alias Poporro contactaba a sus víctimas a través de cuentas de WhatsApp, a nombre de “Don Antonio”. Desde allí se ofrecía traslados a la frontera con Estados Unidos, por precios que oscilaban entre los $US 5.000 y $US 8.000 dólares. El viaje iniciaba en Bogotá, para luego llegar a Cancún y finalmente a Tijuana.
En el trayecto, los migrantes eran camuflados en camiones, donde pasaban entre tres y cuatro días, con pocas provisiones de agua y de comida. Una vez en Tijuana, quienes se contactaban con la red eran distribuidos en zonas rurales, en viviendas para albergar a grupos de hasta 30 personas, donde eran preparadas para el último tramo entrando a Estados Unidos por el desierto.
“Como parte de pago obligaban a cada migrante a transportar paquetes de cuatro a 20 kilos de cocaína o a ingerir entre 20 y 80 cápsulas del alcaloide. Luego, en coordinación con coyotes al servicio de sus socios de la mafia mexicana, los migrantes iniciaban el paso fronterizo, realizando desplazamientos diurnos y nocturnos, vestidos con prendas camufladas, con el fin evadir los controles de las autoridades mexicanas y estadounidenses”, explicó la Policía.
Una vez los migrantes cruzaban hasta Estados Unidos, los delincuentes al servicio de alias Poporro los obligaban a grabar videos de agradecimiento a “Don Antonio”, como estrategia publicitaria para difundir en redes sociales. Las autoridades tienen un expediente en su contra por siete delitos, entre ellos homicidio y tráfico de migrantes.
Con información de Notitarde.