Cuando Adriana escuchó que su papá Andrés cerró la puerta de la casa, sobresaltada, se levantó de la cama. Ella estaba acostumbrada a despertarse temprano, pero ese viernes se quedó dormida porque la alarma de su teléfono no sonó.
El salto que dió, además de pedirle la bendición a su padre, también hizo que su hijo Josué Daniel se despertara. El niño que al día siguiente cumpliría 6 años no quiso lavarse los dientes, ni bañarse. Solo lloró para irse con su abuelo al conuco que queda a unos pocos kilómetros de la vivienda ubicada en un sector de Temblador, municipio Libertador, al sur del estado Monagas.
Adriana preparó rápidamente al pequeño, lo cepilló, lo bañó y lo peinó, además le hizo desayuno y lo mandó con su abuelo. No era la primera vez que esto ocurría. A Josué le encantaba visitar el campo y jugar con los animales, sin embargo, lo que jamás nadie imaginó es que ese día, el infante se regresaría solo a casa en menos de media hora.
Cuando entró por la puerta trasera, tenía su mano derecha con sangre y dijo: mami, a mi abuelito lo han golpeado y está en el suelo.
¿Quién es Don Andrés?
Andrés era padre de tres hijos: Adriana, Andrés Josué y Adrián. Estos dos últimos residen en Colombia, desde hace tres años.
Andrés vivía solo con Adriana quien es madre soltera. Para ella su papá ha sido no solo el sostén de la casa, sino su mayor apoyo, incluso, Josué Daniel además de decirle abuelito, en ocasiones le dice «papá».
El conuco
Además de tener un terreno donde cosecha maíz, yuca, plátano, y donde abundan árboles frutales, Andrés tiene un espacio con un tanque que usa como «piscina», un cuarto con sus comodidades para pasar la noche, y también herramientas que conservaba de la época cuando era mecánico.
Ese terreno solo colinda con dos pequeñas fincas, cuyos dueños no frecuentan esas propiedades, por lo que los espacios mayormente están solos, por eso siempre Andrés andaba armado, pero no con un arma de fuego, sino con un machete para que, por si acaso era sorprendido por delincuentes, poder defenderse.
El homicidio
Andrés abrió el portón del terreno y lo primero que hizo, como estaba acostumbrado, fue llenar unos cauchos con agua para que tomaran sus animales. Luego entró al cuarto a cambiarse los zapatos por unas botas y comenzar a arar el terreno.
Tan solo bastaron unos minutos tras comenzar con sus labores, cuando fue sorprendido por dos sujetos. Uno de ellos le asestó una herida cortante en el cuello y el otro lo golpeó en la cabeza con un palo, dejándolo sin vida en el sitio, para luego cargar con varias herramientas y tres sacos de mazorcas.
Afortunadamente, el dúo hamponil no vio a Josué Daniel, pero el niño sí los vio a ellos y la forma en la que asesinaron a su abuelo.
Luego que los individuos se fueron del terreno, el niño se acercó al lugar donde yacía el cuerpo de Andrés, lo tocó y se fue corriendo hasta la casa de su mamá a contarle lo sucedido.
La investigación
El asesinato de Andrés José Ramos Quintero, fue resuelto en poco tiempo. Seis días después del crimen, Josué Daniel jugaba en la calle que está al frente de su casa, cuando de repente corrió a donde estaba su mamá y le dijo: mami, el muchacho que está allá en la esquina de gorra azul fue el que le cortó el cuello a mi abuelito.
Estas palabras fueron suficientes para que Adriana se trasladara nuevamente hasta la sede del cuerpo de seguridad encargada del caso y presentara lo expuesto por su hijo.
Los funcionarios luego de varios recorridos por el sector, practicaron la aprehensión del muchacho señalado por el niño y luego de varios interrogatorios confesó que fue partícipe en el asesinato de Andrés, junto a un primo que fue arrestado al día siguiente cuando se trasladaba hacia el municipio Sotillo.
