
Desde lejos pareciera un arte abstractro que adornan algunos banquitos de concreto de la plaza Ayacucho de Maturín, pero cuando te acercas para conversar con algún familiar, compañeros de trabajo o allegado, la sorpresa es grande.
Resulta que, aunque la plaza ubicada en la avenida Juncal, estos asientos están bañadas en heces de ave que pernoctan las noches y el día en uno de los árboles que adornan el sitio.
Angela Maita, residente del centro, contó que «desde hace mucho tiempo las instituciones correspondientes no realizan mantenimiento a la plaza y las cosas comienzan a deteriorarse».
«La contaminación representa un peligro para la salud, porque este escremento está cargado de parásitos y bacterias y tenemos ese foco de amenaza ante la vista de todo el mundo», agregó.
«No tenemos nada en contra de este tipo de fauna, que alegra con su canto al centro de la ciudad en horas de la mañana y de la tarde; pero allí es donde entra la responsabilidad del ayuntamiento para que esta situación no dañe o afecte a los vecinos y todos los que frecuentamos el lugar», acotó Néstor González, habitante del centro.
Por su parte Rosa Jiménez, acotó que «así como dedican tiempo y le hacen un cariñito a las demás plazas, esta debe ser aboradada constantemente para la higiene del piso, bancos, busto, demás, como ocurría en la otrora Maturín».