Un grupo de comerciantes y residentes del casco central de la ciudad de Maturín, denunciaron que los continuos apagones los cargan «locos» ya que afecta sus actividades diarias.
Explicaron los consultados que los apagones han dañado muchos equipos como aires acondicionados y refrigeradores.
Esta problemática los ha obligado a invertir grandes sumas de dinero en accesorios para atender esta situación.
Mairubi Estanga, encargada de una tienda del centro de Maturín, denunció que en las dos últimas semanas han estado sufriendo de apagones diarios.
En algunos casos de una o dos horas. Incluso hay días en que se va en la mañana y en la tarde.
“Hemos sentido una caída en las ventas, ya que sin luz no podemos facturar, o no tenemos internet para ver nuestro inventario, esto nos ha llevado a evaluar una inversión mayor en equipos como una planta eléctrica o un punto inalámbrico”, destacó la comerciante.
Recuerda la denunciante que otro de los problemas ha sido conseguir el combustible para la planta, ya que el mismo debe ser adquirido en divisas.
Ya que el uso constante agota la reserva del equipo y conseguir 20 litros es una inversión que afecta las finanzas de la tienda.
SERVICIO DEFICIENTE
Afirmó Nawja Méndez, otra de las comerciantes afectadas, señaló que en los últimos días el servicio ha sido deficiente.
“Cancelamos un poco más de 4 mil bolívares por concepto de recibo de luz, pero este pago no se ve reflejado en un servicio de calidad, se nos quemaron dos aires y nadie nos ha dado respuesta por esto”, denunció la encargada.
Al igual que muchos de los comerciantes de la ciudad, Méndez destacó que han invertido en puntos cámbricos para poder garantizar las ventas durante el momento sin energía eléctrica.
Sin embargo, los apagones son un tema que los está afectado diariamente.
Residencias afectadas
A la queja de los comerciantes se suman los residentes del sector centro de Maturín, quienes aseguran que los cortes eléctricos son a diario.
«Estoy reparando la nevera ahora porque con una de las fallas eléctricas se me dañó el motor», dijo Vilma Duarte, residente de la calle Rojas.
