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El aire contaminado puede aumentar el riesgo de ictus a corto plazo

La contaminación ambiental siempre ha sido un grave problema de salud publica en muchos países del mundo

Cada año 15 millones de personas sufren un accidente cerebrovascular, de los que cinco millones fallecen y otros cinco millones padecen una discapacidad de por vida debido a sus secuelas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La hipertensión y el tabaquismo son dos de los principales factores de riesgo para sufrir un ictus, junto a enfermedades asociadas al envejecimiento, pero también hay factores ambientales que influyen en su aparición.

Respirar aire contaminado es uno de ellos, pero sus efectos nocivos a corto plazo se han estudiado menos. Ahora, una revisión de 110 estudios observacionales que incluyen 18.035.408 casos de ictus isquémico –que se produce cuando se bloquea una arteria del cerebro– ha revelado que existe una fuerte conexión entre una exposición reciente a la contaminación ambiental y la aparición de este accidente cerebrovascular, y que ciertas sustancias tóxicas presentes en el aire que respiramos también aumentan el riesgo de sufrir este problema de salud.

El metaanálisis ha sido realizado por investigadores de la Universidad de Jordania en Amman que han estudiado los datos de estos 110 trabajos en los que se habían analizado los casos de pacientes en Asia (58,8% de los estudios), Europa (24,6%) y América (16,7%), centrándose en los cinco días previos al accidente vascular. Sus hallazgos se han publicado en la revista Neurology.

“Esta estrecha asociación temporal subraya la importancia de implementar iniciativas globales para desarrollar políticas destinadas a reducir la contaminación del aire. Al hacerlo, se aliviará la carga del accidente cerebrovascular isquémico y sus consecuencias”, han destacado los autores en el artículo.

Sustancias tóxicas presentes en el aire que respiramos

Los investigadores analizaron contaminantes como el dióxido de nitrógeno, el ozono, el monóxido de carbono y el dióxido de azufre, así como distintos tamaños de partículas, entre ellas PM1 –que es la contaminación atmosférica de menos de 1 micra (μm) de diámetro–, así como PM2,5 y PM10. Las PM2,5 o más pequeñas incluyen las partículas inhalables que proceden de las emisiones de los vehículos de motor, la quema de combustibles por actividades industriales, o los incendios forestales, mientras que las PM10 incluyen el polvo procedente de carreteras y obras en construcción.

“Se ha observado que las partículas más pequeñas, como las de 2,5 micras, se asocian a un mayor riesgo de ictus isquémico que las partículas más grandes, como las de 10 micrómetros”, explica en declaraciones a SINC el autor principal, Ahmad Toubasi, de la Universidad de Jordania.

Con información de 800Noticias.

Angri Delgado

Licenciada en Comunicación Social, con 13 años de experiencia en medios: impresos, TV, radial e institucional. CNP N: 26.239, PNI-33.257

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